La dicotomía entre experiencia y trabajo
Experiencia mínima requerida de 2 a 3 años. Esta es la frase que te descarta como posible candidato de manera fulminante, sin casi ni pestañear. Cualquier estudiante después de cursar sus estudios realiza unas prácticas laborales, pero estas no llegan a superar el medio año como mucho. Un tiempo que parece insuficiente para el actual mercado laboral.
A partir de este momento entramos en un bucle vicioso: para acceder a un puesto cualificado se requiere una experiencia que no se obtiene si ninguna empresa acepta perfiles sin suficiente bagaje. Después de varios intentos parar conseguir oportunidades sin éxito alguno, los jóvenes nos resignamos y aceptamos trabajo no cualificado y alejado de nuestras áreas de estudio con tal de recibir algún ingreso económico estable.
Este panorama genera una fuga de capital humano hacia otros países europeos que apuestan por un modelo basado en oportunidades transversales y formación continua. El problema es estructural sin lugar a dudas. Muchas de las empresas que contratan grandes grupos de trabajadores inexpertos reciben subvenciones estatales por dar esta “oportunidad” que se verá diluida una vez el grifo de dinero público apunte hacia otra dirección.
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