Gracias, mamá

1 de Mayo del 2021 - Alfredo Pérez Berciano

No sé en qué momento leí aquella frase, tampoco dónde, solo que fue Rainer Rilke quien la dijo y que se quedó para siempre en mi vida: "La infancia es la verdadera patria del ser humano". Supongo que aquellos que como yo tuvieron que cruzar a la fuerza “el Negrón” en busca de nuevos horizontes siempre añoran lo mismo: volver al lugar en el que fueron felices, a los recuerdos, a las fotografías, a los sueños, al carajo de un bergantín en el que inevitablemente ondea siempre la bandera de un tiempo y una madre.

SUMARIO: El merecido reconocimiento a la figura de la madre

DESTACADO: Una madre siempre es un refugio indómito, una guarida aislada de la tormenta que espera ahí fuera, un secreto, una mirada, unos brazos abiertos

Una madre que siempre es un refugio indómito, una guarida aislada de la tormenta que espera ahí fuera, un secreto, una mirada, unos brazos abiertos. Porque uno no es nadie si no es antes su madre y solo con los años se da cuenta de ello. Entonces comprende que su madre no es solo la suya sino también la que grita ante Videla en la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, la que espera en el puerto a su hijo mientras el nordeste blanquea el pelo de salitre y miedo, la misma de la tribu masái que en las selvas de Tanzania camina descalza en busca de agua con su pequeño en el morral, a cuestas. Es también Cleopatra, Lady Di o Marie Curie, la madre coraje, la perfeccionista, la dadivosa y la cómplice. La emigrante que decide que la vida es un camino de huida y vuelta, la superhéroe, la campesina y la palaciega, la que contra natura ve a su hijo partir hacia el cielo, la funcionaria y la emprendedora, la noctámbula y madrugadora, la soltera y la casada. La viuda que se multiplica por mil frente al destino, la divorciada asida a un cordón umbilical infinito que arriesga contra viento y marea. La abuela que es madre dos veces, la tía y madre forzosa, comodín y salvavidas. La que sin pedir nada a cambio da en silencio, convencida del trabajo y el honor que le ocupa. Incluso la que sin tener hijos ejerce de madre sin importarle la sangre ni el qué dirán, esa también es mi madre. Allí pienso hoy volver, a ella, a mi patria, que fue una infancia eterna a su lado. Gracias, mamá.

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