Otra de pulpo
Indudablemente la figura estelar de este año futbolero no es el besucón de Íker Casillas y su novia, ni tan siquiera el colectivo de los controladores aéreos, que siguen llenando de tinta los periódicos. Por el interés que ha despertado, tanto desde el punto de vista de los medios de comunicación –que han descubierto un filón de inagotable audiencia– como desde la óptica del ciudadano aficionado al balompié, el lugar preferente del verano lo sigue ocupando el mundialmente conocido como el pulpo «Paul».
El Mundial de fútbol que ha finalizado hace varias semanas (aunque aún hemos visto estos días por televisión el homenaje a Iniesta en su pueblo natal) ha tenido un componente sobrenatural, representado por un pulpo lúcido y clarividente que viene a ser la versión marina de los videntes y futurólogos que con frecuencia salen en programas de televisión.
El pulpo «Pablo» –«Paul» para los germanos y anglosajones– parece ser que con bastante antelación ya había vaticinado que España iba a ganar el Mundial de fútbol. Este ctópodo es inglés y ejerce sus «servicios» en un acuario alemán, por tanto nunca hubo sospecha de trampa. Mas, al propio tiempo, igualmente se supo que en el mismo acuario trabaja un empleado gallego, el cual le mostró a «Pablo» cómo en ocasiones cocinaba a sus colegas, y, claro, el pulpo no quiso terminar «a feira», y decidió pronosticar lo más reflexivo y prudente para España (como hubiera hecho cualquier humano en su caso), que era ser campeona del mundo.
Aquí, como solamente estamos acostumbrados a comérnoslos a «la gallega», no hemos aprovechado el potencial esotérico que atesoran los pulpos en su cabeza de casta extraterrestre y nos limitamos a cocerlos y a espolvorearlos con pimentón.
Pero lo que ni el pulpo «Pablo» ni nadie podría predecir era que España en el partido contra Alemania marcara un gol de cabeza a la salida de un córner, porque los nuestros no metían un gol de esa forma desde los tiempos de Santillana y compañía. Después contra Holanda, al final de la prórroga, con el temor a los penaltis y con el aliento de todo un país, el derechazo de Iniesta (lástima que no haya sido Villa para hacerlo «Pichichi») será recordado siempre en la historia futbolística.
Empero la cantidad de despropósitos que sigue cometiendo nuestra clase política necesariamente tiene que derivar de algún tipo de virus que se nos ha colado y hecho usual. Leo un gran titular de prensa: «El alcalde de O'Carballino (Orense) se va a conocer "in situ" al pulpo "Paul"». La noticia no aclara si viajará con séquito municipal, pero sí dice que lo hará acompañado de un empresario relacionado con la pesca, y que ha ofertado por el codiciado cefalópodo una desmesurada cantidad de euros.
¡Manda güevos!, que diría el ex ministro Trillo. ¿No tendrá este edil cosas más importantes que hacer en su ayuntamiento? Pues no, señores, allá que se nos fue camino de las «Alemanias». Con la que está cayendo en nuestro país, la insalvable crisis y el tan elevado paro que sufrimos me parece bastante improcedente pulirse un dinero público de esta guisa.
No obstante, en este caso «Spain is not different», pues la que tienen montada los alemanes con el bonachón de «Paul» también se las trae. Una delegación del municipio alemán de Oberhausen visitará el Ayuntamiento orensano de O'Carballino coincidiendo con la Fiesta del pulpo en este mes de agosto, y aunque no acudirá el cefalópodo susodicho por decisión de los responsables del acuario donde se encuentra, ya ha sido nombrado «amigo predilecto de toda la comarca del Carballino».
Mientras las televisiones intentan recuperar el pulso, tras un mes de fútbol a todo trapo, el pulpo «Paul» vuelve al primer plano de la actualidad, ya que continúa un movimiento mundial en torno a él, aunque eso sí, sin entrar en debates.
Estos días la noticia es que el líder iraní Mahamud Ahmadineyad ha arremetido contra el cándido pulpo «Paul», al que acusa de «extender la propaganda internacional y la superstición». «Quienes crean en esas cosas –arengó el integrista iraní– no pueden ser líderes de grandes naciones como Irán, que aspiren a la perfección humana». Una andanada que, a su vez, seguro que dará más puntuación a la candidatura del pulpo amigo.
Por tanto, todo ello nos lleva a pensar que este molusco amén de una joya es un chollo. Y, además, somos muchos los convencidos de que al final, a «Pablo» se lo van a comer aunque sea a besos.
José Antonio Gutiérrez González
Piedras Blancas (Castrillón)
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