Las amenazas
Estos días sufrimos la amenaza general de la pandemia, que parecía solucionable con vacunas y contención de movilidad; pero levantamos el estado de alarma para no empeorar la amenaza de la pobreza y la precariedad. Las cuales, existentes previamente, de tan persistentes e históricas que son, no parecen solucionables. Si los bancos cierran oficinas y despiden porque no quieren atendernos, ¿qué empleos podremos esperar de otros emprendedores y del futuro? ¿De dónde surge tanta calamidad? Dicen que de murciélagos que son reservorios de antiquísimos virus que siempre estuvieron ahí, como la pobreza y la precariedad. ¿Cómo hemos llegado a esto? Pues acosando al hábitat de los murciélagos con enormes granjas y multitudinarias ganaderías, por medio de este progreso insostenible que causa desigualdad y pobreza. Ahora estamos descongelando el fango prehistórico del permafrost, ¿qué bacterias podrían surgir de ahí? El progreso, incitado a crecer por los mercados, arrincona a la naturaleza y es responsable de abrir la vasija del cambio climático, de donde se escapan todos sus males: subida del nivel de la mar, inundaciones, sequías, incendios, vientos..., y todas esas cosas que lo realimentan y lo aceleran. Mientras hablamos de amenazas, la ONU avisa de que nos acercamos al punto de no retorno del cambio climático. ¿Van los mercados globales o las tecnológicas (que acaparan nuestros datos, vida y dineros) a promover la solución al problema? Solo 100 empresas del mundo, con nombres y apellidos (según dicen los expertos), son las responsables del 71% de las emisiones de gases de efecto invernadero. De estos falsos mercados, para los que hasta la solución sería negocio si acrecienta el PIB, no vendrá solución alguna porque es mejor negocio el problema; y el que venga detrás que arree. Estos falsos mercados tienen el poder de convencernos (por no decir obligarnos por ley) mediante una clase política que, supeditada a ellos, llega motivada para arreglarse la vida y acaba yéndose con ella arreglada. Entre tanto, la ciudadanía vota, pero luego nadie dirige, ni enseña, ni lidera; nadie busca una solución real a tanto problema: no hay política, solo economía. "Laudato si" (*), la escribió el Papa Francisco para el cuidado de la casa común, pero a todo el mundo le tiene sin cuidado, y solo les importa la casa propia partidista: somos egoístas y lo negamos.
(*) Alabado, no porque lo diga el Papa Francisco, sino porque todo lo lógico y racional debe ser alabado por cualquiera. Pero despreciamos las cosas sin valorarlas porque vienen del otro bando, y las distanciamos con separaciones arrojándolas al desprecio, mientras aupamos a la calamidad con trampantojos y falsedad.
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