España, un país de borregos
Pasadas las 00:00 h de la madrugada del 9 de mayo se cumplió uno de los mayores temores cuando todos los españoles conocimos el "fin del estado de alarma" el 9 de mayo. Quince minutos más tarde de conocerse el final de este "paraguas" jurídico, se montó la fiesta: multitud de jóvenes empezaron a llegar a las plazas más concurridas de las principales ciudades para festejar el "fin de la pandemia" y dar la bienvenida a una "nueva normalidad" libre de restricciones. Así, vimos cómo se iban aglomerando un sinfín de jóvenes sin ningún tipo de distanciamiento social, mascarillas bajadas, dándose abrazos, bailando, etc. Todo un acto de desvergüenza y de falta de respeto ante más de 80.000 personas fallecidas a lo largo de este año debido al coronavirus.
¿Es que acaso se creen que el virus se ha desvanecido con el fin del estado de alarma? ¿Es que ven que aún hay gente en las UCI debatiéndose entre la vida y la muerte?
Ante las imágenes vistas en los medios de comunicación y las redes sociales en las últimas 24 horas queda más que demostrado que somos un país con una falta de valores éticos y morales abrumadores.
No obstante, esta triste realidad no se ha vivido de la misma forma en todas las comunidades. Este ha sido el caso de las Islas Baleares, una de las cuatro comunidades autónomas que mantienen sus restricciones. Así, el Gobierno socialista presidido por Francina Armengol ha luchado por todos los medios para que las medidas hasta ahora vigentes puedan prolongarse hasta el próximo 6 de junio, proponiendo un plan de desescalada dividido en tres fases para que el impacto del virus sea el menor posible. Esta ansia de ampliar la restricciones un mes más viene motivada con el único fin de salvar la temporada turística y, por supuesto, de salvar el mayor número de vidas posible. Son muchas las familias enteras que viven del turismo en este territorio, por lo que este año no han querido repetir los errores del año pasado y han tomado la decisión de aligerar las restricciones paulatinamente.
Me siento enormemente orgulloso de esta decisión. Tenemos que pensar en el futuro de nuestra economía y tener paciencia. Ya habrá tiempo para festejar y divertirnos.
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