Los sionistas se pasan de rosca
Otra vez vuelve la violencia a Palestina, una violencia que no ha cesado desde la creación del Estado de Israel en 1948 (incluso antes los sionistas ya hicieron atentados contra los británicos en Palestina) y que tiene una única raíz, una única causa: el robo por parte de los sionistas de las casas y las tierras de los palestinos. Después del descarado apoyo de la Administración Trump a Israel (que es el mismo apoyo que los sionistas han tenido de Occidente desde siempre, pero a cara descubierta y con más descaro, reconociendo, por ejemplo, a Jerusalén como la capital de Israel y trasladando su Embajada allí) los israelíes están envalentonados, aunque no se han atrevido a atacar a Irán con armas nucleares tácticas pasando por encima de los propios EE UU y de Rusia. Sin embargo, los sionistas no han cesado de realizar ataques de falsa bandera y atentados contra militares de alto rango y científicos iraníes con la esperanza de que esas provocaciones hicieran perder los nervios al régimen de los ayatolás. Irán, su desarrollo armamentístico y las milicias chiítas, como Hezbolá, son los únicos obstáculos que se interponen entre los israelíes y su pretensión de acabar de una vez por todas, de exterminar por completo, a los palestinos, pues los halcones sionistas ya barajan la "solución final", ¿le suena? El conflicto actual ha estallado porque los israelíes quieren echar a cientos de familias palestinas de un barrio de Jerusalén Este para meter en ellas a colonos judíos y porque la Policía israelí ha ocupado la Explanada de las Tres Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del Islam. Esto lo sabe todo el mundo, lo que no sabe todo el mundo es que los sionistas ultraortodoxos, en los que se tiene que apoyar Netanyahu para gobernar, tienen en mente demoler la Explanada y sus tres mezquitas para erigir sobre sus ruinas el nuevo Templo de Jerusalén. Los palestinos han reaccionado con protestas y lanzando esos cohetes artesanales, que no aciertan ni en broma, y que son fácilmente neutralizados por la Cúpula de Hierro, un dispositivo antimisiles de alta tecnología israelí. Poner en el mismo plano a unos milicianos con sus armas ridículas y a uno de los ejércitos más potentes del mundo, armas nucleares incluidas, no es serio, como no es serio llamar terroristas a los palestinos y bendecir los crímenes de los israelíes. ¿Qué haría usted si colonos llegados de todas partes del mundo vinieran a echarlo de su casa y de su tierra porque, según su libro sagrado, son su "tierra prometida"? Los piratas que atacan países soberanos, que colaboraron en las masacres de Sabra y Chatilla, que bombardearon Beirut con bombas de fósforo blanco, que arrasaron Gaza, y mataron a miles de sus habitantes, con los bombardeos de su aviación, que asaltaron buques civiles en aguas internacionales, etcétera, no podrían hacer todas esas cosas y cometer todos esos crímenes si no gozaran de patente de corso, la que les otorgan las potencias occidentales. ¿Y usted, también les otorga esa patente de corso? Los sionistas se están pasando de rosca con sus fechorías y podrían llevar al mundo a una Tercera Guerra Mundial, ¡cuidado!
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