Por quién doblan las campanas
El tsunami Isabel del 4M devastó Madrid, tan lejos de la costa, tan cerca de Moncloa y de Galapagar. “Una tragedia para la salud, una tragedia para la educación”, clamaba en el desierto de la media noche Pablo Iglesias con la voz quebrada, como una campana rota con el badajo colgando. Y en el retañir del bronce se podía oír lo que estaba pensando: “Una tragedia para mí y para mi señora que se tendrá que irse con los niños, con las niñas y los niñes a otra parte”.
IDA (con tres mayúsculas) y vuelta: “Los muchachos del barrio le llamaban loca” (“Mocedades”). Las mocedades progresistas (entre los 15 y los 95 años) a Isabel Díaz Ayuso no le llaman loca. Solo le llaman IDA. Ni siquiera le llamaron tontina. Son finos “con los hombres y las hembras” y lo más que llegaron a decir es que dice muchas estupideces, que ahora reciclan en tonterías: Para ganar las elecciones, a Isabel Díaz Ayuso le bastó con repetir las mismas tonterías. ¡Si serán tontos los electores! (También le llaman, con caridad cristiana, “Isabelita Malasaña”).
Tonterías: Quién podía tomar en serio la disyuntiva “Comunismo o libertad”. La verdadera disyuntiva era “Fascismo o democracia”. O ganaba el frente popular acaudillado por Pablo o Madrid sería tomado por las falanges del fascio: palizas a mansalva, cortes de pelo al cero, ingestas forzadas de aceite de ricino. Lo que está pasando, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Lo que hay que oír: Una señora licenciada en Derecho, de clase media desahogada sin llegar a alta, heredera de una próspera empresa familiar, con pinta de gustarle más el caviar que los berberechos: “A Díaz Ayuso la han votado los ricos”. Qué fatalidad. Los ricos son mayoría en los 21 distritos de Madrid y en 177 de los 179 municipios de la comunidad. Solo resisten dos municipios, Fuentidueña del Tajo (1.980 habitantes) y el Atazar (97), en que los pobres son mayoría y han votado a la izquierda, que desde el día siguiente se ha puesto a trabajar para que en las próximas elecciones los pobres sean mayoría en los 21 distritos y en los 179 municipios (o por lo menos en 177). En lo de distribuir pobreza son muy eficaces.
Ni idea de Europa: El primero de los cinco trazos que configuran el perfil de Europa no son las catedrales góticas, son los cafés. Al menos eso piensa George Steiner (“La idea de Europa”, 2004). Esa civilidad de Europa que se teje en cafeterías, bares y terrazas es para Tezanos un lumpen tabernario (“de una clase inferior a la nuestra”, apostillaría Iglesias). Y no serán Adriana Lastra y Carmen Calvo las únicas eminencias grises del socialismo que le compran la tesis a Tezanos.
La de Cabra siempre tira al monte: Antes se asociaba el fascismo con el aceite de ricino. En adelante hay que asociarlo al berberecho dado el consumo masivo que hacen de ese molusco las nuevas falanges del fascio. Fenómeno que pilló a la izquierda con el pie cambiado: “Los socialistas no estamos para hablar de cañas y berberechos” (Carmen Calvo Dixit y Pixie). Los socialistas, muy exquisitos, se pasan las noches de claro en claro dale que te pego con Carmina Burana (no hay más que ver las ojeras de Ábalos).
La noche del Chivo: “Me han convertido en chivo expiatorio”, gime, desarbolado, el Macho Alfa. Los hebreos cargaban sus pecados en un chivo y lo expulsaban al desierto. ¿Iglesias cargando con pecados ajenos? Bastante tiene con los suyos. La berrea arisca y enriscada del chivo produjo la estampida del electorado hacia las praderas apacibles de Ayuso (Normal: de suso a yuso). “Dicen que murió el raposu camín de la romería, que Dios lu tenga en la gloria, güenes gallines comía”.
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