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Una fábula muy actual

12 de Mayo del 2021 - Alejandro González Lada (Urbiés (Mieres))

Había un pueblo en donde un gran potentado tenía un gran rebaño de ganado. Tenía ovejas, cabras y vacas. En ese mismo pueblo había varios pastores que se dedicaban al cuidado del ganado, y todos ansiaban hacerse cargo de dicho rebaño, porque el hacendado pagaba muy bien, pero solo uno sería el elegido.

En el pueblo había dos pastores, Pedro Sánchez y Pablo Cansado. Al llegar la primavera, el gran hacendado encomienda a Pedro el pastoreo de sus vacas en los puertos altos, y a Pablo el cuidado de sus ovejas en los establos que tenía repartidos por el pueblo. Pablo, al sentirse menospreciado por encomendarle el cuidado del ganado menor, delega en su esposa Isabelita la atención de los ovinos y se pasa la mayor parte del tiempo en el chigre.

Con la noticia de que por la zona había sido avistada una manada de lobos, Pedro parte rumbo al puerto con el rebaño de vacas, y desde el mismo día que posa un pie en el puerto, el acoso del lobo no le permite descanso o descuido alguno, tanto es así que un día decide bajar al pueblo con el ganado e informar al dueño.

Pablo Cansado, viendo a Pedro regresar, aprovecha para tacharlo de inexperto, incompetente y cobarde, y el dueño del ganado, tras escuchar los argumentos de su pastor, entiende que la disyuntiva entre dejar a las reses en el pueblo sin alimento o subirlas al puerto pasa por arriesgarse, y decide que las reses suban al puerto de todas formas, y que el pastor tome las medidas que vea oportunas. Así que el pastor decide llevarse consigo varios perros mastines y una escopeta.

Al día siguiente vuelve al puerto y allí estuvo velando por el rebaño, pero la lucha contra el lobo acabó diezmando su guardia, pereciendo en el envite varios mastines, y aunque consiguió abatir varios lobos, no pudo evitar la muerte de algunas reses.

A su lucha contra el lobo se sumaron las zancadillas que de vez en cuando proporcionaba algún paseante, que azuzaba sus perros contra el rebaño para dispersarlo y propiciar que el cuidador tuviera doble tarea.

Entre tanto, en el pueblo Pablo Cansado confía la suerte de las ovejas a Isabel, con tan mala suerte que esta dio por hecho que sería Pablo quien velara por ellas, el caso es que el abandono de las reses derivó en muertes, que estos achacaron a enfermedades incurables, pero hete aquí que apenas Pedro llega al pueblo con las vacas, tanto Pablo Cansado como su esposa fueron los primeros en acusarle de abandono y mal cuidado de las reses, cuando todo el pueblo era consciente de las dificultades que entrañaba la situación.

Llevamos un año de pandemia y, en mi opinión, si hay algo que no se debería tolerar jamás es una oposición tan sumamente irresponsable que se hartó de mentir, inventarse bulos, poner todo tipo de trabas e incitar a la gente contra cualquier medida que se adoptaba, que, contrariamente a lo que algunos pudieran pensar, solo buscaba evitar un mal mayor. Y después de meses de torpedear todas las medidas, interpretaron que la libertad era lo que cualquier humano podría entender como libertinaje, y que el estado de alarma no era una forma de luchar contra la pandemia y sí una dictadura impuesta por y para beneficio del Gobierno. Así ganaron unas elecciones en Madrid, así el pueblo celebró la victoria del Partido Popular, en medio de aglomeraciones, y así celebraron en Madrid, Salamanca o Barcelona el fin del estado de alarma, mientras que el pastor de los ovinos clama (ahora) por volver al estado de alarma, del que renegó desde que se implantara, y así hoy sabemos que la incidencia de la pandemia en Madrid se cuadriplicó en un solo día.

Toda fábula tiene su moraleja, y aunque cada uno puede sacar la suya, yo creo que para la mía, me serviré de un fragmento de una carta que Leandro Alem dirigió al presidente de la Unión Cívica de Mendoza: "La libertad necesita ser conquistada y conservada por la conducta digna y perseverante del mismo pueblo, y si este en vez de merecer o exigir con entereza gobiernos libres y honrados, se presta dócilmente a la explotación de círculos menguados o de sus gestiones personales, siempre peligrosas, tendrán el gobierno creado por su inepcia y por su cobardía; es decir, tendrán el gobierno que merezca su propia indignidad".

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