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Un poco de delicadeza en la sanidad

19 de Agosto del 2010 - María Aurora García Fernandez (Oviedo)

Consejero de Sanidad, Sr. D. Ramón Quirós:

intuía que los tenía bien puestos. Nos está defraudando, aceptó un cargo que conlleva compromiso y demasiada responsabilidad. Le decía que no sería fácil hincarle el diente a tan expandido corporativismo, que deja nuestra sanidad sin esperanza de cambiar añejos patrones, que hacen de los empleados sanitarios una especie de intocables, sin posibilidad de exigirles no solo que cumplan horarios y dedicación aquí el inciso es para los poquitos profesionales, que me perdonarán esta denuncia (total, sin dudas, sin medias verdades, todo es y más) que está basada en mis muchos años de paciente y acompañante asiduo de nuestros hospitales también se nota, se aprecia a simple vista la falta de humanidad y de incompetencia absoluta a la hora de tratar, decir o atender a enfermos y familiares. Por poner un ejemplo, no sé qué pinta las oficinas atención al paciente, más allá de ser personas detrás de un ordenador, podrían colocar un cartel de información en vez de atención.

En esas oficinas tendrían que estar profesionales o psicólogos, donde los familiares que acuden a pedir ayuda, no reciban un no sabemos, no podemos ayudarle ¡caray! Si usted no puede, pregunte, infórmese y sea solidario con quien va a la deriva y ya tiene bastante para sí con la angustia del familiar hospitalizado.

Señor Consejero, en algunas comunidades están colocando o estudiando la inmediata incorporación de Psicólogos en las Plantas hospitalarias, donde se requiera un especial cuidado a la hora de explicar al enfermo y familiares, pruebas, análisis, resultados y tratamientos a seguir, para que no quede ninguna duda como sucede actualmente de que el médico solo pretende curarse en salud y responsabilidad, aplicando aquella máxima de: peor se lo pongo, que se la pelen cruda ellos, así quedo yo liberado y tan pancho-a. Creo que la sensatez, sensibilidad, compasión y la humanidad queda solo en amabilidad amabilidad dura, cruda, cruel, pero admitida, consentida y sufrida por todos. ¡Por el amor de Dios, sean más humildes, sean más humanos!

¿Actuarían y dirían del mismo modo si el enfermo o familiar fuera un hijo suyo? ¿Le dirían tienes que esperar el resultado de la biopsia tres días o una semana, para ver si es maligna o benigna tu lesión? ¿Le tendrían todo ese tiempo con el desgarro de la incertidumbre? ¿Le soltarían así de sopetón cuando llegara el resultado: es maligno? Me temo que no, que todo sonaría con una melodía armoniosa, llena de esperanza, expectativa y de grandes soluciones. Totalmente diferente a cómo actúan con el resto de los mortales, que les sueltan un atronador sonido, con una carga de desaliento y pesimismo, que incluso les importa un bledo el dejar semejante cuadro de tristeza y abatimiento.

Sr. Consejero, es necesario ese tipo de ayuda psicológica para familiares y sobre todo enfermos, que les dé ánimos, fe y perspectiva de seguir luchando por su curación. Nada es absoluto ni está grabado en piedra en medicina no es frase mía, no tengo esa osadía es de una personalidad científica conocida mundialmente, el profesor Jerome Groopman, facultad de Harvard, un estudioso de la esperanza.

Demuestra este profesor, cómo la esperanza es el único don que nos queda; claro está, a nuestros médicos no, además de ser principiantes sin la experiencia suficiente, osan apartar la esperanza y nadie les obliga a hacer cursillos de humanidad y positividad.

Un día seré más explicita en todos mis argumentos, pero no quiero dejar pasar el tremendo despilfarro sobre todo de profesionales con experiencia, que se les aparta, o son ellos mismos quienes se colocan en un segundo plano, por su interés de huir de la quema, la veteranía es un grado, eso les da tiempo a dedicar y usar la sanidad pública como complemento de su consulta privada, donde con la colaboración y la complicidad de enfermeras, administrativas y médicos, ya que decir de los cargos de dirección que no solo consienten, sino que lo hacen a sabiendas que ellos usaran para sí y sus familiares semejante ventaja en pruebas, análisis, resultados, hospitalizaciones y tratamientos incluidos operaciones sin listas de espera.

Cualquiera Sr. Quirós, puede observar como por nuestros hospitales, se pasean tal si fueran usados los pasillos como desfile de moda, donde por parejas, tríos o septetos van presumiendo de bata blanca y bolígrafo. No solo queda en los pasillos, las cafeterías son un lugar donde a cualquier hora podemos observar batas blancas y verdes sentadas tal si fuera celebraciones de banquetes permitidos.

Sr. Quirós, empezaría por colocar un cartel grande a la entrada de cada Hospital, que rezara: aquí quizás no te sanaremos, pero jamás agravaremos los males con los que entras. Luego esos pasillos llenos de camas con enfermos rozando el abandono, que en muchos casos enfermeras y médicos ignoran sus dolores y angustias, sin importarles que sus familiares los vean mirar de reojo tras puertas entreabiertas, sin hacer más allá que comportarse como verdaderos inclementes e insensibles carniceros.

María Aurora García Fernández,Villamiana (Oviedo)

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