La clase política
No es preciso ser muy avispado para darse cuenta del interés de ciertos medios de comunicación de crear un estado de opinión negativo y crítico con lo que han dado en llamar clase política, a la que no dudan en responsabilizar de casi todos los males que asolan el mundo y, por tanto, lo recomendable que sería prescindir de ella.
De todos es sabido que el comportamiento de algunas personas, que podemos entender forman parte de esa llamada clase política, es verdaderamente despreciable y seguramente delictivo en muchos casos, no siendo menos cierto que el papel de las cúpulas de algunos partidos políticos amparando, encubriendo, cuando no justificando, esas prácticas causa una gran desazón en la sociedad. Debemos tener en cuenta que toda generalización es injusta aun reconociendo que hay demasiados comportamientos reprochables y que demasiados coinciden con un color político determinado. Se puede afirmar sin temor a equivocarse que la inmensa mayoría de las personas que están en política son gente con convicciones, trabajadora, eficiente y honesta, y que quienes tienen otros motivos que los mueven, por ejemplo forrarse, son los menos aunque produzcan mucho ruido y, cómo no, también mucho daño.
Las actitudes éticas y morales, el sentido de la responsabilidad y el compromiso con uno mismo y con los demás es algo inherente a la persona y no está relacionado con la profesión o el cargo, por eso no es difícil encontrar en cualquier actividad profesional comportamientos individuales censurables que realmente no hacen otra cosa que poner de manifiesto las imperfecciones de la sociedad que entre todos conformamos.
La referida clase política es una especie de reciente aparición en España en contraposición con otros países de nuestro entorno con larga tradición democrática. Con apenas tres décadas de implantación y los muchos debes a los que hemos hecho mención, su quehacer en conjunto no sería justo considerarlo negativo, sino todo lo contrario. Estos treinta años de clase política han supuesto para la sociedad española la posibilidad de experimentar el período de progreso y bienestar más importante de nuestra historia, con avances tanto en el plano individual como colectivo que nos permite disfrutar de uno de los niveles de vida más apetecibles entre los elegidos en el llamado primer mundo.
Los antecedentes son un largo período de casi medio siglo en el que el lugar de la clase política estuvo usurpado por las sotanas y los uniformes, que sumieron a España en la miseria, el sufrimiento y la desesperanza. Es posible que haya nostálgicos de la experiencia pero las mitras y los sables han de dedicarse a otros menesteres.
José Manuel Menéndez,
Alcalde del Ayuntamiento de Salas
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