Marte o Dios
He estado pensando en algo que pudiera animar a los amigos de esta sección, y llevo como dos semanas pensando. No se me hace fácil porque yo soy una persona con los pies en el suelo y todo eso. No es que me guste fastidiar, pero... la realidad es la que es, el panorama presenta un porvenir más que difícil, y, claro que hay cosas positivas, pero a niveles bajo el poder. En ese nivel hay que ser muy fuerte para dar impulso a las expectativas con posibilidades.
Aunque yo tengo más amigos que Roberto Carlos, todavía aspiro a seguir sumando entre los que aún podrían ser mis amigos –en esto de la amistad soy muy ambicioso– y he encontrado algo, a ver si funciona. ¿Quién puede proporcionar un futuro bendito? En el sistema todo se está viniendo abajo; la ONU ya ha advertido: un poco más y la Tierra será inhabitable. ¿Y qué se está haciendo?, como mucho se busca el futuro en Marte –pobrecico Marte, ¿qué nos habrá hecho?–. Gracias a Dios, el futuro no depende del hombre, sino de Dios mismo, porque su Reino –gobierno– va a hacer Su voluntad en la Tierra, y he aquí un esbozo de lo que se promete en la Palabra de Dios:
“Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos... No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. (Isaías 2:4) “Y en el desierto ciertamente residirá el derecho, y en el huerto morará la justicia misma. Y la obra de la justicia verdadera tiene que llegar a ser paz; y el servicio de la justicia verdadera, quietud y seguridad hasta tiempo indefinido... morar en lugar de habitación pacífico y en residencias de plena confianza y en lugares de descanso sosegados”. (Isaías 32: 16-18). “Y ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá”. (Isaías 65: 21,22).
No me digáis que esto no encandila el alma, ¿qué hacemos... queridos por posibles amigos, Marte o Dios?, con Marte gustamos a una mayoría, con Dios, quizá solo a Dios, pero... hacerse amigo de Dios nos ofrece las posibilidades infinitas que os he mostrado, aunque eso sí, quizás el mundo de Marte nos deje de lado. Mundo y Dios, lo uno o lo otro: “Cualquiera, que quiera ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios” (Santiago 4:4). Enemigo del mundo no significa enemigo de las personas, a estas tenemos que amarlas, a su mundo hay que empezar a decirle adiós. ¡Adiós escapistas de la responsabilidad!
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