Solo se cierra en banda quien quiere
Hace un tiempo, un compañero de trabajo me hablaba de lo orgulloso que estaba de su hijo de 7 años. El motivo de este orgullo era que en la escuela habían celebrado el Día Internacional de la Niña, y su hijo, lejos de empatizar con la causa, le preguntó al padre que cuando sería el día del niño, y al decirle que este no existía, lo reconoció como una injusticia. Sería curioso si este fuera solo el argumento de un niño de 7 años, pero la realidad es que este suele ser el argumento madre de quienes claman desigualdad al organizar acontecimientos de carácter femenino.
Sentí curiosidad de qué feedback le dio a su pregunta. "Nada", me dijo. "¿Le dijiste que una niña tiene muchas más probabilidades de sufrir abusos sexuales? ¿Le dijiste que una niña tiene más riesgo al caer en una red de prostitución infantil? ¿Le dijiste que muchas niñas son obligadas a casarse con hombres grandes contra su voluntad? ¿Le dijiste que las niñas todavía son víctimas de rituales ancestrales que las mutilan? ¿Le dijiste que en muchas culturas las niñas no son libres para decidir el que quieren estudiar, ser o pensar?". "Estas cosas solo nos cierran", me dijo. Una típica respuesta, no de quien no tiene argumentos, sino de quien no los quiere. No nos cierran las circunstancias, ni los políticos, nos cerramos nosotros mismos cuando no queremos ver la realidad tal como es, cuando nos escondemos en nuestra ideología como una trinchera y solo empatizamos con quien está dentro con nosotros. Podemos salir. Solo se tiene que ser solidario con quien no es como tú, sea una niña en Nigeria o sea tu compañero de trabajo.
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