Enfermeras, estereotipos y una Atención Primaria moderna
Hace unos días su periódico ha hecho un seguimiento cercano de la situación de la Atención Primaria en Asturias, un tema de plena actualidad que genera gran preocupación en los ciudadanos e inquietud entre los profesionales, a veces con distintas visiones de la Atención Primaria. Debemos ser honestos, rigurosos y tratar de buscar el bien de los ciudadanos.
Ojo, poner el cargo tras el nombre. Gracias!
Durante la pandemia, pendientes aún de la publicación del decreto de la Atención Primaria, se cambió a un modelo de urgencia, que imponía a las enfermeras la tarea de un falso “triaje” que entendimos era una barrera más para que los ciudadanos accedieran al médico. Tras un proceso de negociación ese triaje se descartó, pero no como ha trasladado su diario en varias ocasiones como una pataleta de las enfermeras: “No las satisfizo porque se sintieron minusvaloradas”.
El tratamiento tan banal y grosero de la situación contribuye a mantener una imagen estereotipada y machista de las enfermeras asturianas, que sin duda han demostrado desde siempre su profesionalidad, su capacidad y compromiso con la población, más aún durante esta crisis pandémica. Concretamente, las enfermeras de Atención Primaria han tenido y aún tienen un protagonismo vital en la gestión de diferentes situaciones durante la pandemia.
Es evidente que los médicos tienen sobrecarga de diferentes tareas de las que deberían ser liberados y faltan profesionales, pero hay riesgo de volver a un modelo anticuado y consultacéntrico. Desde el Colegio de Enfermería de Asturias apostamos por retomar el espíritu del modelo anterior y apostar por la Primaria. Dotar a los equipos, y especialmente a las enfermeras, de herramientas y autonomía para solucionar problemas de salud, gestionar procesos asistenciales o desarrollar programas de salud pública y promoción de la salud. Las enfermeras han demostrado capacidad, compromiso y buen hacer.
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