Por favor, súbase la mascarilla
Cada día escucho el mismo comentario, cada día me miran de reojo, me resoplan, me gruñen, se quejan, y chirrían, como el marco de una puerta el cual escueza briznas de descontento. "Por favor, ¿sería usted tan amable de ponerse la mascarilla correctamente?", les digo a todos aquellos que llevan esta nueva compañera por debajo de la nariz, o rozando la comisura inferior del labio, en espacios cerrados, como el tren.
"Váyase a pastar", recibo a cambio, algunas otras veces.
"Por motivos de normativa de seguridad del establecimiento, debo pedirle por favor que utilice correctamente la mascarilla", les digo en el centro donde trabajo.
"La mascarilla no sirve para nada", recibo otras veces.
Y así, de esta forma, desprestigiamos, una y otra vez, a nuestra compañera de distintas telas, que nos ha protegido este pasado año, y que, casualidad o no, ha hecho que no suframos tantas gripes, ni resfriados.
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