Un salto al vacío
Plantear una estrategia de Estado a 30 años vista es un notable ejercicio de funambulismo político. No cabe duda de que Pedro Sánchez se quiere perpetuar y pasar a la historia como el Presidente del Gobierno que más años ha estado al frente del Ejecutivo, aunque lo haga caminando siempre sobre el alambre, a lo que parece estar acostumbrado.
Bromas aparte, lo que parece más que una broma es la jugada maestra que el Gobierno se ha sacado de la manga para ocultar los problemas que nos acucian, y no lo ha hecho con un plan a medio o largo plazo, sino con un planteamiento hiperfuturista, nada más y nada menos que mirando al año 2050 como objetivo, sin haber previsto antes lo que habría que hacer en en las décadas que preceden a esa fecha, y más concretamente las políticas inmediatamente necesarias y urgentes para superar los estragos de la pandemia.
Se me ocurre que, puestos a elucubrar, podrían haberse planteado un reto aún mayor, y hablar por ejemplo del 2100, que es una fecha mucho más redonda, vanguardista y generosa con las futuras generaciones, ya que los veinteañeros de hoy serían para entonces centenarios, pero dado el incremento de la esperanza de vida, estos últimos estarían disfrutando de una segunda juventud y de un inestimable bienestar social producto de las políticas futuristas del Gobierno actual.
Puede que se me haya ido la olla en esta carta y que no tenga mucho sentido lo expuesto, pero no puedo evitarlo cuando leo determinadas noticias.
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