Reflexiones políticas
Como se suponía y esperaba, el triunfo de la señora Ayuso en los pasados comicios de Madrid fue rotundo y apoteósico, a pesar de que todos los partidos de izquierdas habían hecho causa común contra ella. De igual proporción ha sido la derrota del Partido Socialista, que además ha perdido el ser el primero de la oposición porque le comió el zoquetillo Más Madrid, el partido del señor Errejón. El señor Sánchez, con los socios que escogió para su cuestionado Gobierno compartido y demás circunstancias y hechos malignos, ha reducido al gran Partido Socialista a su mínima expresión, y esto le terminará pasando factura política más tarde o más temprano. Por el prestigio del PSOE y el suyo propio, el señor Sánchez debería dimitir e irse a casita. Pero no lo ha hecho porque sigue atornillado a “su” Moncloa con pretensiones de perpetuidad.
En cambio, el señor Iglesias “padre” de Podemos le ha dado a su socio una gran lección que le avergüenza. Sí, porque el señor Iglesias en una ejemplar demostración de dignidad, amor propio y decencia política, confirmado su suicidio político como presidente de Madrid, ha presentado su dimisión irrevocable, abandona la política y se va, posiblemente a su Venezuela. Pues a donde quiera que vaya le deseamos, con respeto y consideración, una vida larga y feliz.
Los pasados comicios de Madrid han tenido una gran repercusión en el resto del carpetovetónico país, y ha hecho una buena leva políticamente. Por ejemplo, Ciudadanos prácticamente desaparece, confirmando así la errónea política de su fundador, el señor Albert Rivera. Lo sentimos porque un partido de centro era necesario para mediar entre izquierdas y derechas y asegurar un buen centro democrático. En cuanto al señor Gabilondo, más de lo mismo. Propuesto como candidato por el señor Sánchez para el Partido Socialista, sufrió otro revolcón en las urnas cuando ya se las daba como presidente enviando mensajes triunfalistas al señor Iglesias. No, señor Gabilondo, lo suyo no es la política, señor Gabilondo, sino la docencia universitaria, en la que ha ejercido siempre un ejemplar cometido. Vuelva a la Universidad, señor Gabilondo, y olvídese de esta nauseabunda política nuestra, cada vez más desconcertante y cuestionada. Todo está hoy patas arriba social, política, pandémica y económicamente, y de seguir las cosas así, en caída libre, todo se irá al carajo y terminaremos siendo el culo de la Unión Europea. Nuestro futuro no puede ser más preocupante. Y hora es ya de que en estas reflexiones nos ocupemos del Partido Popular, que está pasando por duros momentos con sus escándalos y una corrupción generalizada y de arriba abajo, salvo contadísimas excepciones que no conocemos pero que hay que considerar y respetar.
Cuando la señora Ayuso dio a conocer su triunfo desde la sede de su Presidencia, el señor Casado, muy eufórico él, hizo suyo y de su partido ese triunfo ante los medios informativos. No, señor Casado, el éxito electoral ha sido únicamente de la señora Díaz Ayuso. Nada más. Así que nada de andar faroleando por ahí. Su partido, señor Casado, tiene que pegar un cambio radical desde la presidencia hasta el último afiliado, al igual que el Partido Socialista, para recuperar su grandeza política y volver a ser alternativa de gobierno.
Y borrón y cuenta nueva. Que todos nuestros políticos, excelencias y señorías dejen sus ideologías en casa (todas son muy respetables si no pasan al extremismo y la radicalidad) y que formen una causa y un frente común para combatir a la mortífera pandemia, la mala política, la grave situación económica y cuanto nos está llevando a la ruina y al hundimiento. Solo lograremos vencer tanto mal si permanecemos unidos, hermanados, fundidos en la mejor convivencia y solidaridad, con generosidad y dándose uno por entero a los demás en lo bueno y en lo malo, en cuanto la vida nos quiera dar. Y la paz.
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