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Viejas recetas políticas para tiempos nuevos

20 de Junio del 2021 - José María Casielles Aguadé

Muchas de esas recetas son tan viejas que se remontan a unos dos mil quinientos años a. de C., pues proceden del filósofo y sociólogo chino Kung-Fu-Tsé (Confucio para sus admiradores occidentales, entre los que me encuentro). Confucio nació en el estado de Lu (actual provincia de Shangdong), en el año 551 a. de C. y murió en el (-479). Era descendiente de una aristocrática familia del vecino estado de Song, con escasos medio de fortuna; pero con excelente formación ética y social. Sus principios están recogidos en los famosos “Cuatro libros”, recopilados por sus discípulos, entre los que destaca Mencio como formador de hombres de Estado y recogidos esencialmente en las “Anacletas”, posteriores a la muerte del maestro.

Su programa proclama la intrínseca bondad de la benevolencia humana, “ren”, y la preferencia de la virtud, “yi”, sobre el interés “li”.

El sistema social chino se basaba en las relaciones padre-hijo, marido-mujer, soberanos-súbditos; entre hermanos y entre amigos. La familia se constituye en prototipo del Estado; por eso se postula que el Rey no precisa de la fuerza para respaldar su autoridad, asentada en la benevolencia y la virtud.

SUMARIO: Sobre lo que podemos aprender de los filósofos de la antigüedad

DESTACADO: En resumen: si no se dispone de fórmulas progresistas eficientes, recurramos a recetas conservadoras probadas

El sistema confuciano enfatiza “que en el medio está la virtud”; pero aclara que el punto medio no consiste en cambiar continuamente de criterios, ni en dejar los procesos a la mitad, sino en atemperarlos y ajustarlos correctamente al interés común. Debe procurarse la armonía interna y transferirla a los demás, a través de las diversas escuelas, entre las que quiero destacar la “legista”, basada en el reconocimiento y en el respeto a la Ley, y la de los “nombres”, relacionada con la posterior “sofista” de los griegos y fundamentada en la “correcta semántica de las palabras”, que son esencial instrumento de la argumentación legal, imprescindible para una dialéctica seria, hoy tan descuidada. Los legistas preconizaban que el que gobierna ha de elegir a las personas más adecuadas para ocupar cada puesto y exigir responsabilidad severa al que no está preparado para su función, como luego recoge y amplía el derecho romano diversificando estas responsabilidades en: “in eligendo” e “in vigilando”.

La democracia está así garantizada; aunque los intereses de las minorías deben ser también minorizados.

El viejo gobierno Han, ya concebía el poder central con los autonómicos de los diversos estados regionales, que podrían equipararse con las actuales CC AA o con los gobiernos federales. Algo fundamental más debemos añadir, que hoy nos falla: “El que no ocupa el cargo correspondiente, no debe ni puede planear la política que él quisiera”, lo que se puede traducir por “cada cual a lo suyo”, o atenerse a las debidas competencias, que evitará ridículas decisiones de instituciones locales sobre problemas internacionales, tan absurdamente prodigadas.

El término confuciano de “hombre superior” se refiere a la superioridad moral, que no precisa de ninguna jerarquía social. Ese “ser superior”, será educado, justo y benevolente. Su aprendizaje se inicia en la familia y se traslada al Estado. Añade Confucio “que el ser superior debe respetar los mandatos del Cielo”; es decir, de la ética, como también los consejos de los grandes hombres y las palabras de los sabios. En resumen: “Debe ser prudente y generoso sin despilfarro”, “ha de desear sin codicia; ser digno sin orgullo; y ejercer la autoridad sin brutalidad”. “La verdad es transparente”, asegura el gran maestro: “Los ojos no pueden esconder el mal. Mirando a los ojos del interlocutor, se conoce con certeza su carácter”. Mencio dijo: “Los respetuosos no insultan; los frugales no roban”. “¿Acaso puede imitarse el respeto y la prudencia con el tono de la voz o el rostro sonriente?”. La nobleza está constituida por la benevolencia, la rectitud y la fidelidad. “Si no hay buena administración nunca habrá suficientes riquezas para gastar”. (Vale para las ayudas de la EU). En todo asunto, la preparación supone el éxito y si se fijan las palabras precisas con antelación, no habrá vacilación posterior ni retractaciones. (Buena recomendación para tratar la pandemia).

En resumen: si no se dispone de fórmulas progresistas eficientes, recurramos a recetas conservadoras probadas. Lo importante es aliviar los problemas de nuestros conciudadanos. En eso consiste la verdadera política.

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