A vueltas con los jóvenes
Ya paso de los ochenta y tal vez por ello debiera adentrarme más en la escucha de esa canción que aún palpita en el atardecer de mi vida. Pero, por otra parte, siento que sería imperdonable el olvido de mi mundo más familiar o el de los jóvenes de la familia que, sin duda, condenarían mi silencioso retiro.
Estos, los más jóvenes, me han hecho ver lo mucho que han cambiado las cosas en los últimos años. Así, por ejemplo, para ellos nuestros ideales de entonces (ideales burgueses para ellos) les parecen cosa antediluviana. Por lo demás, la televisión y los medios informáticos digitales les facilitan las imágenes, que es lo que ahora les entusiasma. Pero, a mi parecer, temo que a muchos les atrofie la capacidad de abstracción, de entender. Se puede estar muy informado de cosas que no se entienden. Eso me parece. Sin embargo, la imagen se ha adueñado de la realidad. Y cuando al principio no está la palabra, sino la imagen, allí se da la fragmentación: es muy difícil el diálogo cuando los jóvenes han visto en la televisión ciertas imágenes. La televisión no es solo un medio de comunicación, sino una nueva paideia (enseñanza), que cambia la relación entre entender y ver, y que no busca extraer de ellos lo mejor que llevan dentro. Qué olvidadas están tanto la individualización como la socialización en los medios de comunicación. Hasta el punto en el que a muchos ya ni les interesa pensar en grande, es decir, tener sentido de la unidad por encima de las diferencias.
Y estando como están las cosas, el diálogo religioso se hace aún mucho más complicado. Este me resulta tarea difícil hasta con los jóvenes más cercanos. Se dice que el lenguaje religioso, al principio, no expresaba pensamientos o ideas, sino sentimientos y afectos. Y hoy pienso que la mayoría de mis experiencias importantes son inexplicables de modo exclusivamente racional. Pero, aunque el amor verdadero no tiene un porqué, con todo también en lo religioso se ha de mantener una asociación productiva entre sentimientos y razón. No olvidemos que los primeros cristianos no ofrecían otra forma de vida, sino una ética alternativa. Por lo demás, espero que lo que yo no les pueda aclarar se lo aclarará la experiencia.
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