Por sus palabras los conoceréis
Recuerdo cuando Sánchez, en el último debate televisivo previo a las últimas generales, ante millones de ciudadanos, anunció solemnemente: “Yo me comprometo, hoy y aquí, a traer a Puigdemont de vuelta a España, y que rinda cuentas delante de la justicia”.
Han pasado más de dos años y Puigdemont sigue en Waterloo, inventando quimeras, Consell per la República, y sin rendir cuentas.
Esta desconsideración, esta afrenta a un presidente de Gobierno que se viste por los pies, que nunca miente y que siempre cumple lo que promete (“mis padres me enseñaron que lo más importante es sostener la palabra”, dijo), le tiene desde entonces en un sinvivir porque el tiempo pasa, los acontecimientos se suceden, los frentes se multiplican y Puigdemont no viene.
En Moncloa, donde confraternizan mentes diabólicas (aunque con bajo coeficiente intelectual, nada que ver con el 140 de Piqué) han parido una idea feliz, haciendo seguidismo de unas declaraciones del señor Aragonés García, a la sazón nuevo presidente de la Generalitat, que ha proclamado este miércoles el compromiso de su Govern con la “plena libertad de los presos y exiliados” independentistas, y con el objetivo de la independencia de Cataluña. Imagine el diálogo:
Redondo: ¿Exiliados, ha dicho “exiliados”? ¡Coño, Puigdemont!
Presidente: Bien pensado, Iván. Alargamos un poco lo de Marruecos para tener entretenido al personal, y como el que no quiere la cosa decidimos indultar a los presos del “procés”.
Ábalos: Pero, presi, hay que tener en cuenta que Junqueras dijo en su día que “el indulto nos lo metiéramos por el culo”.
Presidente: Bueno, pues entonces en vez de indulto, amnistía. Eso va a propiciar que Puigdemont regrese a España, le detenemos y lo llevamos ante la justicia. Promesa cumplida.
Calvo: Pero, Presidente, Robles declaró que “el poder ejecutivo debe respetar las decisiones del poder judicial, y que tú lo has dicho en muchas ocasiones”; el mismo Ábalos dijo que “no procede en absoluto hablar de indultos”; y tú mismo has afirmando que “el acatamiento de la sentencia significa su cumplimiento, su íntegro cumplimiento”, has recalcado, y también que “fue un clarísimo delito de rebelión”, por cierto.
Presidente: A ver, Carmen, piensa, ¿para qué me he molestado en dirigir todos los focos a presentar ese disparate del “plan 2050”, eh? Pues eso... ¡Y ya tengo preparado el “plan 3021”!
Nuestro Presidente, con su declaración de ayer de que “la Constitución permite el castigo y la concordia y hay un tiempo para el castigo y la concordia”, sugiere que cumplir las condenas por sedición dictadas por unanimidad de todos los magistrados de la sala segunda del Tribunal Supremo significa revancha y venganza, y que indultar significa concordia. Así, sus acólitos habrán interiorizado que no indultar implica que la Justicia es revanchista y vengativa, luego lo que procede es el indulto.
¿Y qué pasa con el Rey obligado constitucionalmente a otorgar el indulto? ¿Cómo queda el jefe del Estado, después de decir por la televisión el 3 de octubre de 2017, refiriéndose a los presos que serán indultados, que “vulneraron de forma sistemática las normas aprobadas de forma legal, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”?
De momento, el Supremo ha declarado oponerse en bloque a los indultos de los condenados por el “procés” porque no aprecia “razones de justicia, equidad y utilidad pública” que justifiquen los 12 indultos, pero el Gobierno tiene la última palabra.
Los facinerosos ni han pedido perdón, ni se han arrepentido; es más, han dicho que lo volverán a hacer, lo que me recuerda el caso de un ladrón que entró a robar en una tienda, la dueña pulsó la alarma conectada a la Policía y estos detuvieron al ladrón. Al día siguiente, el delincuente volvió a la tienda y le dijo a la dueña: “Señora, ya vio que lo de ayer no sirvió de nada, así que no perdamos el tiempo y deme la pasta”. La próxima vez los “puigdemones” vendrán a por la pasta, no tendremos alarma que tocar, y se la llevarán. Toda.
Mientras el Gobierno hace equilibrios sobre un finísimo alambre a punto de quebrar, la pelota está ahora en el tejado Sánchez, que, a tumba abierta en sus desvergüenzas y ensoñaciones, está presto para darle la patada definitiva. Delenda est Hispania.
Saludos cordiales.
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