No solo de pan vive el hombre
Esta frase es conocida en el mundo entero, pero solo en esta primera mitad. Luego os digo dónde encontrar la otra mitad. Parece que, aun siendo los alimentos necesarios para seguir vivos, no son suficientes para nuestra vida, o, dicho de otro modo: la vida humana debe ser algo más que una mera existencia física, aunque ahora estemos absolutamente afanados en eso. Estos días, meses o años, aparte de covid, covid, vacunas, vacunas, desayunamos, comemos y cenamos política, tanto si nos gusta como si no, parece que los medios suponen que es lo de primera importancia, cuando en realidad el ciudadano no pude hacer nada, si se equivoca son cuatro años, y si se vuelve a equivocar ocho, sin poder hacer nada. ¿Qué es más importante, un partido, un fulano, o una nación?, y creo que con eso ya está dicho todo.
Yo voy esquivando este pan duro y acabo rápido el periódico entre los anuncios y las esquelas, lo mismo me pasa en la tele, como dice mi nieta Lucía: “El yayo solo ve las películas de caballos”. Gracias a Dios tengo amigos hasta en el infierno, el infierno de esta vida, se entiende, porque no hay otro, ¿por qué hacer sufrir eternamente a alguien que no tiene arreglo?, además de cruel es absurdo; lo que hay es esto: “Estos irán a la destrucción eterna, pero los justos irán a la vida eterna” (Mateo 25:46), in-fer-no (latín), seol (hebreo) y hades (griego) se refiere siempre en la Biblia a la sepultura común de la humanidad, lo de Dante es otra cosa.
Como os decía, los amigos me soportan las conversaciones más sentimentales, ensoñadoras y estratosféricas que nos permiten viajar a los agujeros blancos del universo conceptual; incluso los vecinos, pobrecicos míos, soportan el viaje conmigo en el ascensor como si fuera en una cápsula espacial. Hasta hablo con los perros que pasean a sus dueños y se emboban escuchando al abuelo cebolleta mientras sus pretendidos amos tiran de la correa. Definitivamente, yo no podría vivir en este mundo de pan y telebasura si no hubiese conocido el otro lado de la vida.
Somos, los humanos y los perros, seres físicos, solo que los humanos somos, o podemos ser también, seres espirituales; sí, sí, ya sé que esto suena raro. Generalmente se confunde espiritualidad con religiosidad, pues no, porque dependemos de “la verdad” (Juan 4:24) para satisfacer nuestra necesidad de darle de comer al espíritu, y hay 2.400 religiones en la Cristiandad, 1.900 en el Islam y 1.200 en el Hinduismo, total de estas, digamos las oficiales, en el mundo: 5.500, hechas por el hombre con sus ritos y tradiciones, o sea, 5.499 son falsas: ¡Un Señor, una fe, un Dios! (Efesios 4:5,6).
Voy con la frase de Jesús entera: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Por eso dice también: “Bienaventurados son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos” (Mateo 5: 3). Según las estadísticas en el general del mundo mundial, parece que estamos más conscientes de lo físico o carnal que de lo espiritual. Más y más pan duro.
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