Gracias, Pepín
AGRADECIMIENTO AL DENTISTA DE SOTO DE LUIS DR. J. L. ÁLVAREZ
Quiero agradecer a través de LA NUEVA ESPAÑA a mi dentista por el eficaz tratamiento que ha realizado en mi desalmenada dentadura. Hoy me extrajo el último raigón.
He de manifestar que desde muy joven he padecido de las muelas.
En el Hospital Bellevue de Nueva York fui internado a causa de una infección causada por un supernumerario (diente de leche) que había crecido hacia arriba. Fue extraído con muchos dolores y curé.
A causa de un enorme flemón un médico judío, el Dr. Koch, me habló de la posibilidad de que se incoase un cáncer oral.
Me dieron el alta después de combatir la infección con antibióticos (la broma me costó 10.000~$) el doctor Álvarez, con el que me igualé como paciente, arregló el estropicio causado por algún que otro sacamuelas (un hermano jesuita enfermero me hizo pasarlas canutas en Comillas y nada se diga del médico de mi regimiento en la mili; desde entonces siento pavor a la silla del dentista).
El Dr. Álvarez ha conseguido ponerme dientes nuevos. Me siento como un barco recién carenado, ya puedo sonreír.
“Pepín” es hijo del médico rural de este concejo cudillerense, muy recordado por la gran labor que hizo en estas aldeas. Lleva el juramento de Hipócrates en los genes. Pertenece a una raza de grandes facultativos que se han graduado en universidades españolas y que son la envidia del mundo.
Van por la senda marcada por Casal, Marañón, grandes endocrinos y estomatólogos. En Europa se los rifan tanto a ellos como a nuestras enfermeras. Su labor es callada y heroica, como se ha demostrado en los aciagos días de la peste covid, la cual gracias a ellos remite. Digo a la sazón lo que una vez oí decir a Truman Capote en la televisión neoyorquina: “I believe in dentist!” (creo en los dentistas), y yo, sobre todo, creo en Pepín, el dentista de Cudillero y Soto de Luiña.
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