Amor para toda la vida
"El que ha conocido solo a su mujer y la ha amado sabe más de mujeres que el que ha conocido a mil". Leon Tolstoi.
Y lo mismo aplicado a una mujer respecto al hombre. J. P. Sancho.
Esta exaltación actual de la mujer libérrima que conduce a extravagancias como la de posicionarse ante el mundo como adalides de la mujer ideal ha llevado a muchas/os a creérselo y a otras/os a crear mitos, de una valía positiva mínima, por no decir inexistente. Algunas de estas/os han conseguido destrozar miles de seres humanos consiguiendo destrozar corazones de mujer hasta límites indescriptibles dando paso al negacionismo de la procreación y llegando, en el límite, a conseguir la extinción de pueblos enteros, como propicia el NOM. Y para más inri, a algunas de estas/os se las propone para premios importantes, con lo que se afianzan más en un mundo de odio, siendo, en mi opinión, seres traumatizados y en cierto modo fracasados, porque al llevar el feminismo a límites inconfesables le quieren dar la vuelta al calcetín de la creación humana.
No compensa el mal que hacen, su lucha, por ejemplo, para la penalización de la ablación clitórica, que dicen haber conseguido. Esta barbaridad no proveniente de Occidente, apenas lograrán pararla, pero sus otros propósitos desarrollarán mucho mal.
Y esto viene a cuento del titular: "Hay amores que matan", publicado este domingo, en el que una periodista afirma, con todo el descaro, que el amor tradicional, romántico, lleva a la muerte y dice que en ese "yo para ti, tu para mí" existe una desviación sentimental que conduce al asesinato del ser necesario.
Pues no, lo que mata no es el amor es el odio. Y promover una relación mujer/hombre de media tinta, cambiante, compartida, libérrima está demostrado que no resuelve nada.
¡Acabemos con los celos!, dicen, esa sensación que se siente cuando se ama de verdad. Que no tienen por qué ser insanos. Como será, que el Supremo Hacedor es celoso, nos echa de menos, quiere nuestra dedicación. No se puede olvidar de nosotros. Y no entiende que le olvidemos cada momento. Nos ha dado la vida.
Por ello no hay amores que matan, son costosos de mantener, como todo lo bueno, pero matar no matan, son creadores, dan vida y transmiten más amor para más vida.
Pero la paupérrima sinrazón de esas/os desamparados probablemente les lleve a escribir tratados que para nada sirven, ¡que es hoy un Nobel o un Príncipe de Asturias! a una labor de fracaso, la mujer tintero y el hombre moja pluma. Eso sí, libérrimos.
Hay que negarse mucho, pedir a Dios o ser humilde, para perseverar en el amor. Porque qué oferta puede mejorar lo que se cuida desde siempre. Ni la lejanía, ni la tentación, ni el placer momentáneo, con la ayuda del de Siempre, hará desmoronarse un edificio sólido, basado en el amor.
Y si hoy no se entiende, habrá que recuperarlo. Eso no da la razón a los equivocados/as seudocientíficos "deslumbrantes". Por muchos premios a las Humanidades que reciban.
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