"Volver a empezar"
La primera vez que vi la película de José Luis Garci "Volver a empezar", me impactó sobremanera: no porque hubiese sido el primer "Oscar" hollywoodense para el cine español, no porque el reparto fuese de primer orden –Antonio Ferrandis, Encarna Paso, José Bódalo, Agustín González–, no porque relatase una dramática historia más o menos verosímil, no porque el protagonista hubiese sido jugador del Real Sporting de Gijón, no porque estuviese rodada en Asturias en la mayor parte, me impactó por las imágenes de Gijón. De esto hace ahora cuarenta años.
Al comienzo de la película, estamos en 1981, un tren, en el que viaja el protagonista, recorre los kilómetros finales para entrar en la estación de Gijón. Atraviesa el barrio del Natahoyo, con vistas a la industria naviera, muy similar a cualquier barrio del extrarradio de una ciudad española, salvo que esa zona no es el arrabal de Gijón, está muy próxima al centro. Bastante deprimente la imagen.
El protagonista llega a la estación de Gijón, una estación como la de cualquier pueblo de España, salvo que Gijón sobrepasa en ese tiempo los 250.000 habitantes y está entre las diez ciudades de España, no capitales, más pobladas, y toma un taxi para ir al centro. En la celebérrima calle Corrida se acerca a ver el cine Robledo, en deplorable estado. Luego se va al muelle, donde los barcos "reposan" sobre un mar de fango, brea, alquitrán y otras sustancias. Imagen cochambrosa donde las haya. El hotel Asturias, donde se hospeda el reciente premio Nobel de Literatura, don Antonio Miguel Albajara –como le llama el gerente del hotel Asturias, el marido de Saturna, Gervasio Losada–, es ya un anticuado hotel –estamos en 1981, reitero– y no refleja una imagen real de cómo son los hoteles de Gijón y de Asturias en esa época.
En el merendero de La Guía, donde aparecen los protagonistas, Antonio y Elena, la imagen es de ruindad y abandono. Es probable que el director quiera reflejar cómo eran los merenderos casi medio siglo atrás, pero los protagonistas están en tiempo presente.
El estadio del Real Sporting de Gijón, El Molinón, se salva de la quema, pues teníamos uno de los mejores campos de fútbol de España. El breve paseo por el Muro de San Lorenzo, a los pies de la fantástica playa y con la bahía gijonesa al fondo, también se salva.
Agregaré para finalizar que las imágenes de Asturias –Cudillero, San Esteban de Pravia, real sitio de Covadonga, Lagos de Covadonga, Cangas de Onís– son bastante más dignas y apropiadas.
Aun así, me encanta "Volver a empezar", la volveré a ver por trigésima vez, o más, y se me volverán a nublar los ojos en esa inolvidable escena entre Ferrandis y Bódalo. Gracias, Garci, maestro.
David Prado Fernández-Villarmarzo
Gijón
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