Se cumplen 20 años del crimen de Kimy
Este año, cuando la 17.ª delegación asturiana de verificación a los derechos humanos en Colombia finalizaba sus trabajos, la ONIC, organización nacional indígena de Colombia, ofrecía su local en Bogotá para la rueda de prensa de preliminares de la misión astur: la sala de honor lleva el nombre de Kimy Pernía Domicó.
¿Quién era este sabio indígena?
El 2 de junio se cumplen 20 años del secuestro, desaparición, torturas, descuartizamiento y asesinato de Kimy: los paramilitares confesaron su crimen, que no ha tenido ninguna justicia, los que dieron la orden, quienes se beneficiaron del terror ¿quiénes son?
Las consecuencias terribles para su comunidad son consideradas como etnocidio.
Kimy (la punta de la lanza, en lengua Embera) fue secuestrado en 2001 después de viajar a Canadá, donde declaró ante una comisión parlamentaria para solicitar el cese de la ayuda canadiense a la construcción del proyecto hidroeléctrico de Urrá en su territorio.
El economista Héctor Mondragón, que estuvo exiliado en Asturias, que después hubo de asilarse en Brasil, y luego, tras la llegada de Bolsonaro tuvo que salir hacia Portugal, puso a su hijo el nombre de Kimy: https://vimeo.com/362943370
A principios de los años 90, un grupo de jóvenes líderes Embera Katío,entre quienes se destacaban Lucindo Domicó Cabrera y Kimy Pernía, asumieron la tarea de trabajar en un plan de etnodesarrollo alternativo que garantizara la supervivencia del pueblo Embera Katío ante las serias implicaciones que traería la inconsulta decisión de la ejecución del "Proyecto Hidroeléctrico Urrá" sobre el río Sinú.
Kimy, nieto de Yarí, el gran Jaibaná embera katío, quien fundara los asentamientos katíos en el Alto Sinú, se convirtió para los pueblos indígenas de Colombia en un símbolo de fortaleza, sabiduría ancestral, firmeza y nobleza: Tenía el talante y fortaleza para encabezar las protestas contra la hidroeléctrica de Urrá, la sabiduría para orientar las negociaciones contra la empresa Urrá S.A, la firmeza para hacer cumplir los acuerdos y la nobleza de buscar ante todo el bienestar para su Pueblo.
Lideró la suspensión del saqueo de los recursos naturales en su Resguardo Karagabí. Organizó las ocupaciones del INCORA en Montería, para presionar el saneamiento del Resguardo Iwagado -anterior reserva de Río verde- y acompañó a los gobernadores y autoridades indígenas en la ocupación de la Embajada de Suecia en Bogotá.
Estuvo al frente de la Marcha Embera de Tierralta a Bogotá y en la toma pacífica del Ministerio del Medio Ambiente en Bogotá, donde demostró que la convicción y la resistencia podían doblegar a un Estado indolente.
En una entrevista del periodista y filósofo francés Bernard Henry Levy al jefe paramilitar Carlos Castaño en 2001, le preguntó si los atentados a sindicalistas, políticos de izquierda e indígenas eran un asunto arbitrario. El reconocido criminal le respondió «¿Atentados a ciegas nosotros? ¡Jamás! Siempre hay una razón. Los sindicalistas, por ejemplo. Impiden trabajar a la gente. ¡Por eso los matamos!». El francés volvió a preguntar : «Bueno, y el jefe de los indígenas del Alto Sinú, ¿a quién le impedía trabajar él, ese pequeño jefe indio que bajó a Tierralta?». Castaño le respondió con vehemencia: «¡La represa! ¡Impedía el funcionamiento de la represa!".
En 2008 el jefe paramilitar Salvatore Mancuso admitió que fue él quien organizó el asesinato y desaparición de Kimy; en su versión el cuerpo del líder indígena fue desenterrado por los paramilitares después de ser asesinado en algún lugar del nudo de Paramillo, en Córdoba, y arrojado a las aguas del río Sinú.
Mancuso dijo que lo habían hecho por orden de las Fuerzas Militares y lo calificó como un crimen de Estado.
La película de terror, está lejos de haberse concluido:
Tras el secuestro de Kimy el presidente de la ONIC denunció la lentitud de la Fiscalía para investigar y anunció que irían ellos: "Las autoridades de los diferentes pueblos indígenas de Colombia se desplazarán conjuntamente con una numerosa comisión de líderes indígenas al departamento de Córdoba en una movilización pacífica por la dignidad de los pueblos indígenas y en busca de Kimy Pernía Domicó".
Y en verdad las autoridades indígenas recaudaron pruebas y las hicieron llegar a la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación.
Sin embargo, esta documentación, al igual que Kimy, fue desaparecida.
El 12 de junio se asignó la investigación a la Unidad Nacional de Derechos Humanos, y se ordenó la práctica de pruebas. 7 meses después miembros del CTI se dirigieron a la finca "Las Delicias", a practicar diligencia de exhumación en un platanal. Removieron la tierra y encontraron lo que "al parecer sería una pieza ósea humana", pero aplazaron la diligencia. Cuando regresaron después comprobaron que la tierra había sido removida de manera reciente y encontraron el cuerpo de un perro muerto, aún caliente. La noche anterior habían llegado tres carros con hombres fuertemente armados a sacar el cadáver.
20 años después nadie sabe del paradero de su cuerpo, ningún paramilitar ha confesado ante la justicia el crimen, ni se han investigado los intereses ni los autores intelectuales del mismo, o los de los otros 25 líderes indígenas asesinados a la llegada de Mancuso a la zona de Tierralta.
Martha Cecilia Domicó ha relatado cómo fue la desaparición de su padre: él iba hacia la Fiscalía de Tierralta (Córdoba) y en cada esquina de esa cuadra ya había un hombre. Lo tenían rodeado. Luego lo agarraron dos que iban en moto y lo desaparecieron. Desde ese sábado, 2 de junio de 2001, ni ella ni la comunidad embera katío del Alto Sinú volvió a saber nada de él.
Los Embera Katío eran unos 7 mil indígenas, que han habitado desde tiempos inmemoriales las riberas del río Sinú y San Jorge en Córdoba. Con la decisión a mediados de los noventa de construir la central hidroeléctrica de Urrá, comenzó un conflicto con la comunidad del alto Sinú porque los nativos sabían que la represa alteraría su vida, sus costumbres y su forma de alimentación, centrada en la pesca.
Kimy junto con Alonso Domicó el joven Lucindo Domicó, lideraron la oposición al proyecto hidroeléctrico Urrá.
En 1995 organizaron el Do Wambura («Adiós río»), una movilización de mil indígenas desde el Resguardo de Karagabí hasta Lorica, para protestar contra el proyecto y exigir que la empresa dialogara.
Kimy y su gente presentaron una acción de tutela contra la empresa Urrá que ganaron, fue fallada en favor de los indígenas en 1998. Tras el asesinato de Alonso ese año y de Lucindo en 1999, Kimy tuvo que salir de su región y refugiarse en Bogotá.
A la par, la comunidad indígena logró que la Corte Constitucional reconociera los reclamos indígenas ordenando a Urrá compensarlos por los daños a su comunidad.
El asesinato y desaparición forzada de Kimy Pernía sigue en la maldita impunidad. Según la Comisión Colombiana de Juristas, los miembros que participaron activamente en este caso fueron asesinados antes que la Fiscalía los vinculara.
A los veinte años hay completa impunidad en sus casos y no se ha dado ningún proceso de la reparación sentenciada en tribunales al Cabildo Mayor del Alto Sinú.
Kimy según Eulalia Yagarí, "alentó con su palabra y su obra a todos los pueblos indígenas de Colombia... a luchar porque en esta Nación, que también es la nuestra, tengamos un lugar donde podamos desarrollar en libertad y a plenitud nuestros proyectos de vida".
El abogado Luis Javier Caicedo, que en la época era asesor de los indígenas, es también de la opinión de que se trató de un 'castigo' contra el pueblo embera. No de otra forma se entienden las torturas causadas a Kimy. Se buscó también lesionar la dignidad del pueblo embera y causarle daños en su capacidad para recomponerse, o -en expresiones actuales- de eliminar su capacidad de resiliencia social y cultural, como efectivamente sucedió.
El asesinato de Kimy Pernía es mucho más que un asesinato. Los embera tienen su espacio de remanso después de la muerte y a ese lugar lo llaman «bâja». Ese tránsito, que es tan primordial para su gente, no es posible sino después del ritual de despedida, que llaman «bewara», y en ese ritual su cuerpo es indispensable. A Kimy no sólo le arrebataron a la fuerza la vida sino también su descanso en la muerte.
"El río, la vida, el punto de nacimiento del mundo embera, por esas paradojas crueles de nuestra realidad, es todavía la muerte de su memoria".
El río Gualcarque, su protección frente a otros proyectos con financiamientos extranjeros, está también presente en la vida y muerte de la hondureña Berta Cáceres-guardiana de los ríos.
El presidente en la época de los hechos era Andrés Pastrana, que ahora ha sido "escogido" por Aznar y la derecha extrema para liderar una nueva campaña neoconservadora en Latinoamérica: seguramente que no tienen en mente ninguna mención ni búsqueda de justicia para crímenes tan horrendos y de tan profundas y masivas consecuencias como el de Kimy y los derechos de su pueblo Embera katío.
Por cierto, que en diez días otro integrante de ese pueblo, pero de la zona del Chocó, será protegido en Asturias, al menos por medio año.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

