Ecosistema de Asturias
El medio ambiente en Asturias es muy peculiar, ¿En el Campo San Francisco o el parque Isabel la Católica podríamos introducir osos, lobos o jabalíes? ¡Por supuesto! Otra cosa sería si esos animales salvajes podrían interactuar sin problemas y peligro para los habitantes de Oviedo y Gijón.
Pues todo eso está pasando en muchas zonas rurales, en los pueblos y villas de Asturias, allí, junto a familias, niños, ancianos, empresas ganaderas, queseras, lecheras, cárnicas, agricultores... se les introdujo una masificación tal de osos, lobos y jabalíes que es imposible sostener un tente entre sostenibilidad de esas especies salvajes con esas poblaciones habitadas; con sus medios de vida, sus propiedades, sus animales domésticos, que aún están más alejados de los núcleos del pueblo… ¿Qué puede salirles mal cuando esos vecinos, ganaderos y agricultores tengan que subir y bajar por esos caminos, esos montes abandonados y rodeados de maleza? Está claro, el riesgo es claro y evidente, hace unos años no tenían ese temor y posibilidad de ser atacados por una bestia enorme. Quien consiente esto es culpable de lo que ocurrirá. Un zarpazo y un bocado de un oso es para despedirte de este mundo por culpa de alguien que quiso jugar a convertir una región minúscula en un Yellowstone.
Aunque muchos vecinos de esas zonas rurales no lo digan por intereses y compromisos varios (vecinos, familiares y conocidos trabajando y viviendo del oso), el miedo a salir de casa según a qué hora y en qué circunstancias está presente. Imaginen dejar el carrito con el niño al sol en el portal mientras la mamá o el papá cocina o hacen otra tarea, o al abuelo leyendo LA NUEVA ESPAÑA relajado en el huerto o a la puerta de casa; o darse un paseo con la pareja después de cenar hasta el pueblo de al lado… ¿verdad que es de tiempo pasado tales pasatiempos en esas zonas donde merodean bestias salvajes? No se concibe mayor error, luego hablarán de la España vaciada.
El ecosistema de un lugar determinado debe ser estudiado por personas maduras, no dejar todo en manos de imberbes encaprichados desde el quinto piso de la gran ciudad, para luego ir de domingueros con sus retoños en todoterreno y prismáticos a divisar ositos. Es muy fácil desde la comodidad y seguridad de una oficina calentitos ser animalista y defender que esas fieras invadan pueblos, villas, prados, fincas, huertos, bosques, montes... y se coman frutos, maten animales domésticos, destrocen cosechas y atemoricen a los vecinos del lugar.
Por su extensión y su geografía, Asturias no puede albergar esa cantidad de bestias salvajes.
Todo oso, lobo y jabalí que merodee (ya no digamos si intimida o ataca) por donde las personas deben hacer su vida hay que eliminarlos sin dilación, dejarán de temer a los humanos y estaremos contando desgracias cada poco.
¿Quién se hace cargo de la intranquilidad de esas personas, quien de los daños causados? ¡Ya está bien de hablar de la defensa del medio rural! Es todo mentira, con esas bestias cerca se irán vaciando los pueblos y muy pronto en esta región tan minúscula los tendremos en las grandes urbes.
Les reto, reto a todos esos animalistas y a los políticos que cobran por defender esta Asturias plagada de bestias enormes a que se vayan a vivir y sobrevivir del medio rural al igual que los lugareños, sin otro sustento que lo que arranquen del entorno rodeados de sus osos, lobos y jabalíes durante un año solamente. Luego, hablamos.
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