Agradecimiento a un profesional sanitario ejemplar
Corren tiempos difíciles, donde un gesto, una palabra amable, una emoción, nos reviven el corazón y alientan la marcha por el camino.
El 25 de mayo he perdido a mi madre, Conchita, y hace seis años a mi padre, Rafael. La vida fue generosa y amable con nosotros, al permitirnos una estancia larga juntos.
Pasaron años difíciles de enfermedad, y por ello fueron muy dependientes de cuidados y de atenciones continuas del sistema sanitario, al que siempre hemos estado agradecidos. En todo este recorrido con muchas las inseguridades, miedos y preocupaciones vividas.
De esta experiencia, difícil, extraigo el aprendizaje de lo importante que es el saberse atendido, asesorado y tratado con el mayor de los cuidados por nuestros profesionales sanitarios y farmacéuticos (farmacia Álvarez-Rea Rojo).
Lo que de verdad tiene valor no puede cuantificarse, no es tangible, ni tampoco hay palabras que puedan expresar la profundidad de lo sentido.
La salud es el bien más valioso y la enfermedad el punto más frágil y delicado ante el cual tiemblan nuestras raíces y fortalezas, y nos hallamos con la desnudez y el desvalimiento, pendientes de un presente y futuro desconocidos.
Es ahí donde nosotros nos encontramos con un mundo de valores, actitudes y emociones que ha de ser reconocido.
A pesar de las dificultades del camino, hemos encontrado personas y profesionales cuya valía y entrega nos han permitido avanzar con entereza y seguridad.
Estas reflexiones son para hacer público el agradecimiento y reconocimiento a la figura y papel de nuestro médico de familia: el doctor don José Manuel Iglesias Sanmartín, del centro de salud de Ventanielles, en Oviedo, que durante veinte años ha sido el médico de mis padres.
Fue una bendición en la larga vida de ellos. Nunca en estos años ha escatimado en tiempos de atención, visitas a domicilio, seguimientos y atenciones continuadas, supervisión de pautas tanto médicas y de administración de fármacos como emocionales. Su generosidad, su entrega, su sabiduría, competencia y humanidad han permitido una atención de lujo total en el mantenimiento de la salud de mis progenitores.
Nunca agradeceré lo suficiente su rigurosidad, profesionalidad, empatía y trato cuidado y esmerado, que lo hace un profesional extraordinario de los que el sistema sanitario y, especialmente, sus pacientes hemos de sentirnos orgullosos.
Gracias por todo, doctor Iglesias. Que la vida sea amable con usted y que disfrute de todo lo mucho y bueno sembrado.
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