Prohibida la lavadora de madrugada
Estaba enfrascado en comprender por qué el Gobierno “exige” a los ya vacunados con la AstraZeneca (1,78 euros/vacuna) que reciban la segunda dosis esta vez de Pfizer (12 euros/vacuna), en contra del deseo de los propios vacunados, que muy mayoritariamente prefieren la AstraZeneca (1,78 euros/vacuna), cuando leo la ilusionante noticia de que España está de estreno por mor de los gobernantes que después de ser sometidos a una ablación cerebral por láser, velan y se preocupan por los intereses de sus ciudadanos para que nuestra disponibilidad económica sea mayor y vayamos jubilosos, cuando de pagar impuestos se trate, a cumplir nuestras obligaciones tributarias.
Como es bien sabido, el mes de junio hemos estrenado nueva factura de la luz, estableciendo franjas horarias que gravarán, en mayor o menor cuantía, el consumo doméstico de los usuarios acogidos al mercado regulado, siendo la más barata, además de los fines de semana y festivos, la “hora valle”, comprendida entre las 00.00 y las 8.00 horas, donde hay menos demanda energética.
Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha declarado: “No recomendaría a mi madre que se levantara a las dos de la mañana para planchar”. Nosotros, señora ministra, ejemplares ciudadanos que ya en los años setenta hacíamos colas interminables en las gasolineras porque a partir de las 00.00 horas se encarecía el litro de gasolina ¡una peseta!, hemos decidido dar nuevamente ejemplo y aprovechar esa “hora valle” que nos ofrece el Gobierno para concentrar toda la actividad energética al menor coste posible.
Para socializar y amenizar las madrugadas de los sufridos y sufridores noctámbulos, en tanto la lavadora, el horno y el frigorífico cumplen su función, hemos decidido crear un grupo de Whatsapp para hablar de los logros del Gobierno, cartelitos por toda la cocina con el eslogan “Ahorro, ahorro, ahorro”, seis paquetes de doritos picantes y una botella de licor de café para combatir el sueño.
Hasta aquí, todo optimismo y buenas intenciones con el objetivo final de ahorrar en mi factura eléctrica, pero, mira por dónde, me voy a dar de bruces con el rompehuevos de mi vecino del quinto izquierda, que, sabedor de mis intenciones, me ha hecho llegar una nota amenazándome con denunciarme a las autoridades si llevo a cabo mi calculado (y dañino, dice) plan de ahorro energético.
Fundamenta su oposición en que bajo ningún concepto va a permitir ni el vuelo de una mosca que le perturbe el sueño, y que las ordenanzas municipales le amparan puesto que, en términos generales, limitan el ruido a 45 decibelios para el horario diurno, y 35 decibelios durante la noche, 35.
Teniendo en cuenta que el nivel de ruido durante el ciclo de lavado se sitúa en el mejor de los casos en los 46 dBA, y en el peor en los 57 dBA (el centrifugado oscila entre 58-70,5 dBA), resulta de todo punto imposible, en las circunstancias actuales, cumplir con el elogiable deseo del Gobierno de que cada ciudadano pueda ahorrar esos eurillos que más tarde le harán buena falta para pagar impuestos.
Servidor, que es muy cabezón (76 centímetros de circunferencia, más rizos), lejos de desistir de su concienzudo plan de ahorro, ha optado por aprovechar la coyuntura, deshacerse de sus ruidosos electrodomésticos del pleistoceno y comprar una lavadora insonorizada de carga frontal, más un lavavajillas con aislamiento acústico a juego. Todo sea por ahorrarme unos eurillos en la factura de la luz.
Saludos cordiales.
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