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Labores docentes para defender la caza

3 de Junio del 2021 - Eduardo Bros Martínez (Oviedo)

En cuestión tan delicada y transcendente, tendría un sentido determinante que, desde todo activo de esta modalidad deportiva, fuese adoptado el compromiso moral de prestarle, con decisión y total convencimiento, su apoyo a las labores pedagógicas que vienen haciendo algunas instituciones y organizaciones del sector, para darla a conocer más.

Es indudable que la caza tradicional ha cambiado su forma de ser, en el sentido de valorar, respetar y administrar más y mejor sus recursos de forma concentrada, que le han permitido obtener soluciones prácticas y duraderas con vistas al futuro. En la actualidad, el cazador es un gestor cinegético moderno; dispone de medios adecuados y conocimientos técnicos muy superiores a los que tenía en el pasado. Los Planes de Caza, en vigor desde 1989, obligatorios para el sector, representan la garantía de que se produzca un aprovechamiento racional, sostenible y equitativo. Ello tiene el significado de haber contribuido, participando activamente de forma responsable y eficaz, en los procesos de control, fomento y protección de la diversa fauna cinegética española y aquellas otras especies silvestres clasificadas de protegidas.

No obstante, pese a la realidad objetiva que supone este buen hacer, a la caza le llueven copiosas descripciones extemporáneas, todas ellas muy graves, pronunciadas por elementos a quienes les pueden sus principios ideológicos que tratan por todos los medios de disociarla de su natural condición. Es por ello que la caza necesita explicarse mejorando sustancialmente aspectos de su comunicación para conseguir objetivos reputacionales y desbancar la posición del dominio hegemónico de la propaganda de los anticaza, en ese argumentario engañoso tan al uso que emplean, marcando a la caza con enormidades miserables, ocultando la realidad, a fin de sustituirla por maniobras con distinto propósito, de las que no se tienen experiencias.

La caza es materia muy sensible para una parte muy importante de la ciudadanía. A la vista de lo que sucede, es necesario, más que conveniente, evitar enfrentamientos por cualquier pretexto que solo se ciñen a producir batallas dialécticas estériles, puesto que suponen, de facto, una alteración infructuosa acerca del porvenir de la caza, si acaso favorecedores para quienes estén necesitados de hacerse visibles para justificarse, de cuyas verdaderas motivaciones, deben ser interpretadas. Señalar esto me hará tener que sortear un avispero. No importa. Es la fuerza de la costumbre.

No es aventurado objetar que este modelo no tiene competencia y que las prácticas de las formas docentes cuentan con mayor fuerza que nunca. Cualquier aspecto de corte defensivo que se haga de la caza parece razonable canalizarlo a través de aumentar sustancialmente la capacidad informativa y educacional, que sirvan a su vez de importante observatorio de lo que ocurre en el mundo real de la caza social española. Es esta una evidencia que, formulada como deseo, no se puede descartar.

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