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Pensamientos, esta vez, sobre los alumnos menores, del 30 de mayo al 6 de junio 2021

6 de Junio del 2021 - Charo Vázquez (Oviedo)

Pensar en cómo proteger a los menores debería ser la prioridad de un país tan moderno como España; moderno, sí que lo es, pero no tan adelantado como se pudiera pensar. Yo me pregunto, ¿realmente se les protege?, ¿es esa protección solo una falacia ?, ¿por qué los menores están tan “dejados de la mano de Dios, creo yo, por parte de las diferentes administraciones?, pero ¿por qué da la sensación de que los cuidamos tanto?

Me pregunto muchas veces por qué hay tantos alumnos que llevan escolarizados desde los 3 años pero (casi) nunca asisten a clase, y los diferentes estratos administrativos nunca jamás hacen nada por cambiar este punto. En mis ya largos años de trabajo he tratado alumnos que han asistido a las aulas, tres, cuatro veces, como mucho, en el año escolar; se ha informado a quien se tuvo que informar, pero todo sigue igual, como la canción.

Se ha de prohibir el uso de los teléfonos móviles en los centros, ¿quién lo ha de hacer, los profesores o las autoridades competentes? Los niños (las niñas ya están incluidas, ¡tranquilos!) hoy en día ya no juegan, como se hacía antes, solo piden permiso para ir al baño cuando necesitan actualizar sus redes sociales; eso lo sabemos los “enseñantes”. Esta es la razón de tanto malestar en las aulas, tantas malas interpretaciones cuando se producen peleas, agresiones, porque viven prácticamente dentro de y para las redes sociales.

Hay muchos alumnos a los que sus padres suscriben a los 6 o 7 años a Instagram, como si fuera lo más normal del mundo. Piensan que así los van a tener controlados, ¡me río yo! Ellos tendrán tres, cuatro o cinco cuentas diferentes a la “oficial parental” o “página oficial creada por los padres”. Los adultos siguen viviendo en “cloud cuckoo land” y esos “cuckoolanders”, o visitadores de esas redes oficiales, no saben nada. Por esta razón sus hijos tienen más peso que los “enseñantes”, los policías, los conserjes o los abuelos... Triste realidad, pero es así.

“Lanzo la pelota” a las diferentes administraciones de protección de la infancia y la juventud, hagan algo antes de que estas vidas se vayan al traste. Ese hacer algo no es sacar leyes y más leyes, pero sin respaldo ni presupuesto alguno, pues proteger a los más débiles, niños, ancianos, pobres de solemnidad, personas con problemas mentales, seres humanos sin ligadura alguna con la sociedad, no va a mejorar si no se invierte dinero en profesionales, policía que entienda cómo ayudarles, jueces, fiscales, y una larga lista que yo no sabría confeccionar. Me gusta mucho un juez de menores, creo recordar que ejerce en Granada, que se llama Emilio Calatayud: siempre impone “penas” de estudio y de mejora para estos chicos, chicas incluidas, ¡relax!

Hace muchos años tuve una alumna de ESO que no acabó Secundaria porque no hubo forma de atarla al sistema, pero quizá, si contrataran a personas que los fueran a buscar a sus casas o centros de acogida, estoy segura al cien por cien que se involucrarían en su propia educación; la razón por la que creo en ello es porque en cuanto les das un poco de calor ya se sienten queridos.

Dejen de gastar dinero en campañas que, aunque salgan en televisión, no valen para nada más que para malgastar dinero público, básicamente porque los jóvenes llevan lejos de la tele desde hace mucho mucho tiempo. Eso sí, poseen una tienda de campaña en las redes sociales, donde, me temo, están inmersos noche y día, y si no se hace algo pronto, allí seguirán. Si he de ser honesta, eso es lo que quiere el poder, que no molesten, porque si tienen educación, valores y unos principios de vida fuertes serían como ese grano que molesta sin parar.

Otro asunto que capta mi atención es esa falta de respeto, a veces encubierta, de los niños hacia las niñas y viceversa, con acoso en las redes y esa violencia controlada, pero al fin solo violencia, aunque sea con la palabra, bajo amenazas de subir alguna imagen a esas, tan vividas por ellos y ellas, redes sociales, que, por contra, los convierte en seres asociales.

Llevamos lustros mirando para otro lado, pero ya no se puede esperar más, lanzo la pelota a todas esas personas que velan por los menores, porque serán el seguro del mundo y lo más preciado que tenemos en él, y han de ser ellos los que cambien el mundo a mejor.

Dice la Real Academia de la Lengua, entre otras cosas, que la niñez significa que tiene pocos años y poca experiencia. Aunque una de mis favoritas con la palabra niña sería esta: “La niña de mis, tus, sus, etcétera, ojos. f. coloq. La persona o cosa a las que se tiene el mayor cariño o aprecio”.

El último, el de la niña de mis ojos, es el que mejor expresa el valor que tiene un niño, son el mejor regalo con el que Dios y la vida nos han bendecido. Hemos de actuar en consecuencia, no se puede ser solo amigos de los hijos, pues ser padres es más importante que la amistad con ellos. Han de obedecer porque ellos son nuestros hijos, no nuestros amigos.

Muchos pensamientos difusos y contradictorios, que solo han de ordenar sus progenitores, porque los más interesados en tener unos hijos trabajadores, honestos, responsables y personas de bien son sus padres, que darían su vida por evitarles penas, sufrimientos y problemas; sin embargo, estos tres últimos vocablos de la oración anterior son una parte inherente a la propia vida del ser humano, y hemos de enseñarles cómo encararlos, y si se puede, solucionarlos.

Me despido con todo el cariño del mundo y les deseo una semana, aunque llena de luchas y tristezas, plena de paz y bien. Recuerden, pórtense bien y, sobre todo, pásenlo muy bien antes del “catastrazo” que nos anuncia el Gobierno de España, será brutal, no da la vida para leer tanto BOE(azo) y asumir la que se nos viene encima.

Libro de cabecera de la semana, “El conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas. El conde de Montecristo encuentra, finalmente, su paz y su venganza. Y la canción tiene que ser una de Camilo, “Todo lo que tengo es tuyo”, https://www.youtube.com/watch?v=7JGR0YBt6T8. Yo añadiría un no al título por si el Gobierno de España se lo cree, nunca se sabe.

¡Hala, con Dios!

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