Urueña, la Santa Espina y el castillo de Torrelobatón, junto a la Tierra de Campos
Como posible excursión, traigo a estas líneas un territorio geográfica, histórica y culturalmente cercano, aunque ajeno y diverso, en época que parece invitar a los viajes limitados por la prudencia y que en este caso se sitúa a unas dos horas y media desde el centro de Asturias.
Como otros pueblos de la comarca vallisoletana de Tierra de Campos, Urueña tiene mucha historia y, además de conservar sus monumentos, ha conseguido mantener la estructura urbana y las murallas que rodean la villa en casi todo su conjunto. De modo que la villa castellana anima a representar aquellos siglos pasados en la imaginación del viajero, como si fuesen su propia evocación, como un “déjà vu” que sin haberse vivido parece propio. Quizás eso movió, hace décadas, al músico y folklorista Joaquín Díaz a desarrollar una fundación con sede en la Casona del siglo XVIII. Es un lugar de encuentros, centro de estudio e investigación etnológica, museo de instrumentos musicales, pliegos de cordel, campanas, arqueología, grabados de trajes y fondo documental de soportes sonoros.
Urueña es un entramado de calles y placitas medievales, con sencillas casas de una o dos alturas, entre las que aparecen algunas con piedra de sillería y escudos heráldicos. Se arraciman dentro de un recinto rodeado por la muralla del siglo XII, con torreones y puertas abiertas hacia las llanuras, que en aquel lugar se han hundido decenas de metros en un escalón geológico, para hacer del pueblo una atalaya. Fuera de su núcleo amurallado tiene una magnífica ermita de amplias dimensiones, muy elegante y fuera de lo común en aquellas tierras castellanas por su estilo románico catalán y lombardo del siglo XII.
A pocos kilómetros, ya en la comarca de los montes Torozos, entre bosques de encinas y pinos, está el monasterio de Santa María de la Santa Espina, que tiene su origen en 1147, cuando llegaron desde Claraval unos monjes cistercienses respondiendo a la llamada de doña Sancha de Castilla, hermana del rey Alfonso VII. En un inicio, tenía estructura románica, de la que se conservan las naves de la iglesia, la preciosa sala capitular, la sacristía y la biblioteca. Pero en los siglos del XV al XVIII se fue ampliando y se instala un retablo de alabastro de la escuela de Berruguete; dos claustros, renacentista y herreriano, y dos capillas funerarias y la de las Reliquias, donde se guarda una de la Santa Espina de la corona de la Pasión de Cristo; y una nueva fachada barroca, de la escuela de Ventura Rodríguez, con dos esbeltas torres que le dan un aire muy elegante. Los cistercienses permanecieron allí hasta la Desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX.
En 1868, la marquesa de Valderas reconstruye edificios y les da vida, con la creación de un asilo con Escuela Primaria y Agrícola, para niños huérfanos y necesitados de la comarca, que atiende una comunidad de hermanos de La Salle. En la década de los cincuenta del siglo pasado, otro benefactor, el ministro Cavestany, le da otro impulso para convertirlo en una Escuela de Capataces de Formación Profesional, a la vez que se reparten lotes de tierras de la zona, para comenzar su cultivo y establecer una población agrícola allí cerca, en el nuevo pueblo de San Rafael de la Santa Espina.
Además, a catorce kilómetros, en dirección a Tordesillas, están el pueblo de Torrelobatón y el castillo de los Almirantes, construido en el siglo XV por Alfonso Enríquez, primer Almirante de Castilla. El pueblo tiene el sabor de Castilla la Vieja en las calles y placitas, pero sobre todo en su castillo de piedra de sillería medieval bien conservada que, desde las almenas de la cuadrada torre de homenaje y desde las otras dos torres circulares, permite una panorámica estupenda de la Tierra de Campos y los montes Torozos. En su interior exhibe documentación, pantallas interactivas, explicaciones y objetos medievales del centro de interpretación de las guerras de los Comuneros. En fin, una evocación de tiempos medievales de Castilla y una inmersión en su materialidad geográfica, ambiental y arquitectónica.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

