Contra el teleestudio
El curso pasado la covid-19 nos obligó a quedar confinados en casa, de modo que experimentamos el teleestudio durante varios meses. Ahora que volvimos a las clases presenciales, ¿qué balance podemos hacer de esta forma de aprendizaje?
En primer lugar, estudiar online contiene varios aspectos positivos, ya que puedes estar en un ambiente tranquilo en casa, lo que favorece que estés más concentrado. Además, permite la búsqueda inmediata de información sobre los temas que estás dando mientras estás en clase online. Por otra parte, tienes la posibilidad de organizar tu tiempo de estudio sin necesidad de tener un horario específico. Así fue como lo viví personalmente: a parte de mis clases online, me organizaba para realizar mis tareas según quisiera. Por último, el teleestudio fomenta el desarrollo de tus habilidades con las nuevas tecnologías.
Sin embargo, existen también importantes aspectos negativos en el teleestudio. Primero, hay que tener en cuenta que no todo el mundo tiene acceso a wifi e internet, o dispone de un ordenador o dispositivo electrónico en casa. Según Unicef, "las desigualdades inherentes en el acceso a las herramientas y a la tecnología podrían agravar la crisis mundial del aprendizaje." Aparte del grave perjuicio que supone la brecha digital, están por otro lado los efectos negativos del abuso de las pantallas, que pueden provocar dolores de cabeza y afectar la vista. ¡No olvidemos que el ocio actual también incluye las pantallas! Después, creo que puede resultar difícil gestionar la entrega de tareas y también mantener la motivación de los alumnos al estar en casa. Según la encuesta "Volvemos a clase" del Instituto de Evaluación IDEA de la Fundación SM que ha analizado la situación de la enseñanza durante la pandemia, el 54% de los alumnos reconoce un menor rendimiento con el estudio online. Finalmente, al no poder estar con tus profesores y tus compañeros de clase, no puedes compartir experiencias ni tener relaciones sociales, fundamentales en la escuela. Personalmente, echaba mucho de menos el instituto e ir a clase.
Por todas estas razones, considero que, aunque el teleestudio puede ser positivo en algunos aspectos, por ejemplo en caso de enfermedad, sin duda es preferible tener clases presenciales ya que los argumentos a favor de este tipo de aprendizaje son mucho más importantes. Durante este curso, los alumnos que tuvieron clases semipresenciales no estaban satisfechos con este tipo de estudio. En conclusión, no hay nada que sustituya las clases presenciales.
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