A Javier Villanueva, hombre de teatro
Querido Javier: escribo estas letras con pena, evocando los años en que compartimos aventuras teatrales y otras visicitudes, allá por los setenta del siglo XX, en el grupo "Caterva", cuando recorrimos Asturias con "Meda", de Eurípides, y otra obra tuya, infantil (1972), en la furgoneta de Celia; con Bienvenido, Melchor, Lasa, Toño, Nava, Espina, Rosa, Marisa y tantos otros cuyos nombres no recuerdo. También obritas breves que escribías recordando escenas de la Guerra Civil, como “Madre Rosa”, que representamos Miguel Ángel (luego actor con "Margen") y yo en la Semana del Teatro en Langreo en 1974. Recuerdos antiguos como cuando nos detuvo la Guardia Civil en Barredos por representar, sin permiso, una obra tuya en un local del pueblo y nos llevaron al cuartelillo de Pola de Laviana.
Y no olvido los ensayos de “Bodas de sangre” de Lorca, en la década de los ochenta, y la representación que hicimos Yasmina (novia) y yo (madre) de una escena de la obra en la biblioteca del Fontán, en mayo de 1998, como homenaje al autor en el centenario de su nacimiento, y donde mi grupo de entonces, "Verso Libre", homenajeó también a Lorca con un recital.
Eras un gran conocedor y devoto del teatro clásico griego, de Brecht, de Lorca, a los que tanto admiraste y supiste transmitir a los demás.
En 2014, en un encuentro fortuito, me hablaste de un proyecto que tenías sobre la trata de mujeres, y tu interés en que hiciera el papel de la Madama. Tuvimos un encuentro con tu grupo en Oviedo para hablar del asunto, aunque entonces estabas ya inmerso en el tema de las carboneras para representar en Solvay y varias cosas más. La obra en cuestión sobre la trata se llamaría “Agua y sal”. Me enviaste, por correo electrónico, un adelanto de la obra y una larga carta hablándome de ella.
En febrero de 2020, antes de la pandemia, te hice saber que Andrés Lima, último ganador del Nacional de Teatro, se te había adelantado y estaba dirigiendo en Madrid una obra sobre prostitutas.
Nunca me contestaste (el correo electrónico era nuestro medio de comunicación) y me extrañó, pero nada me hizo presagiar este inesperado desenlace. Un abrazo y hasta siempre, compañero.
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