La gestión del oso cantábrico
El ataque de un oso pardo a Carmen, una señora de 75 años, en las cercanías del pueblo de Sonande (Cangas del Narcea) ha supuesto un fuerte zarandeo a la gestión de la especie. Se ha opinado mucho a raíz del incidente. Una de las opiniones que más llaman la atención (y que prevalece en zonas oseras) es que hay ya demasiados osos. Nos vemos por tanto ante la paradoja de tener superpoblación sin haber salido del peligro de extinción. Trabajar durante más de dos décadas en Cibea y alrededores y haber dedicado miles de horas a la especie me habilita y casi me obliga a opinar sobre la situación.
Estos años han supuesto un crecimiento innegable de la población de osos. A la par del crecimiento, hace mucho que se ven una serie de problemas que, aunque en un principio nos pudieran parecer despreciables, ya se debían haber atajado. Como especie apical los osos en la escala jerárquica animal ocupan una un escalón superior al nuestro. A base de tiros y otras artes hemos conseguido doblegarlos a nuestra voluntad pero ellos no renuncian ni renunciarán a recuperar su trono. Hoy mantener esos estatus contra natura es lo mejor para ambas especies y posiblemente sea la única solución viable para mantener una población de osos en libertad en la zona cantábrica.
Son las administraciones responsables de su gestión las que, con valentía, debían haber adoptado medidas suficientes para mantener vigente una barrera psicológica entre ellos y nosotros, barrera esta que había y hay que construir todos los días. Lejos de mantenerla, se ha favorecido su deterioro. Las políticas en torno al oso se han reducido a la promoción turística y a la propaganda del éxito de gestión. No se han adoptado medidas serias y tampoco se desarrolló un marco normativo adaptado a las necesidades de conservación.
La Estrategia Nacional para la Conservación del Oso Pardo es el resultado de la entente cordiale entre las administraciones de CC AA y del Estado. En base a ella se impulsan numerosos proyectos y actuaciones muchas de las cuales (las más golosas) ha gestionado la FOP. Lo realmente incomprensible e inaceptable de esto es que se haya normalizado que el presidente de una fundación privada coordine/asesore la Estrategia Nacional en la que se basan los proyectos que su empresa gestiona. Es en este caldo donde nace lo que se puede llamar "el aparato del oso".
"El aparato" ha parido muchas ideas: campañas de concienciación, protocolos, clasificaciones, sensibilizaciones y divulgaciones varias, frutos para el oso, etc... operaciones todas que nos han costado a los contribuyentes muchos millones de euros. Poco o nada se ha gastado en prevenir y ahuyentar la infinidad de incursiones de osos en pueblos, instalar contenedores inaccesibles al oso, prevenir daños, controlar adecuadamente el turismo, etcétera. En resumen, se han evitado las acciones que reducen la proximidad entre osos y humanos, lo que significa reducir las situaciones de peligro y, además, contribuye a remarcar la frontera que debe separar a osos y humanos. Si no se ha hecho nada de esto es porque se ha priorizado el mantenimiento del "aparato" sobre la conservación del oso.
Siendo un caso excepcional, lo sucedido a la Sra. Carmen ha sido una agresión en toda regla, sin atenuantes. De nada sirve intentar encajarlo a toda costa en las clasificaciones y protocolos diseñados por "el aparato". La explicación la conocemos hace años y conviene no olvidarla: los osos son animales potencialmente peligrosos. La gestión de animales de estas características no admite dudas ni medias tintas y en ningún caso se puede supeditar a intereses o compromisos.
Debemos ser conscientes de que, si bien el riesgo cero no existe, con una buena gestión las situaciones de peligro se pueden reducir mucho. No tengo ninguna duda de que merece la pena asumir ese riesgo.
Damián Ramos Fernández,
guarda del Medio Natural
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