Escribir un libro
José Martí, el poeta cubano, dijo aquello de que "cada persona debería de hacer a lo largo de su vida al menos tres cosas: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro".
Cada persona quiere transmitir su legado, aquel por el que quiere que se la recuerde. Además de que cunda su buen hacer, por sus acciones, por sus obras y por sus ejemplos, quiere dejar una huella tangible de su paso. Los hijos son el referente del paso de una persona por este mundo. El plantar un árbol, o cien, es cuidar de este mundo, es pretender dejar un mundo mejor para hijos y nietos. Escribir un libro es una confesión, es un espejo del alma, es lo que quiso ser y no lo fue, es lo que pretendió hacer y no lo hizo.
Alguien en una conversación me preguntó que para quién escribía el libro. A vuela pluma le contesté que para mí y también que para todo aquel que lo quisiese leer. El escribir es algo que me ha cautivado desde siempre, por el propio placer de escribir y, como no, para satisfacer esa vanidad intrínseca que todos llevamos dentro.
Escribir un libro no siempre es un camino de rosas, y no me refiero al fondo, a las ideas que se van y las idean que llegan, me refiero más bien a las aptitudes que vas conociendo, que te van surgiendo. A veces, tu gran ilusión se desvanece, a tu alrededor no captas el interés ni el apoyo que te hubiese gustado. Llegas a pensar que algo tan importante para ti a otros les trae simplemente al pairo. Ignoras su opinión sobre lo escrito y desconoces incluso si lo ha llegado a leer.
Este primer libro ha supuesto cerca de dos años de trabajo, varias horas diarias ante el ordenador. Historias que escribes, historias que borras, historias que reescribes, historias que vuelves a borrar. El desánimo también suele aparecer, pero aún domina la fuerza de voluntad y se sigue hacia adelante. Luego, deseoso por acabar de una vez, te das cuenta de los errores cometidos. Bueno, como acto de contrición, te dices que en el próximo no ocurrirá, que te enmendarás.
Si alguien de la familia, de entre los amigos, pinta un cuadro, edita un disco, escribe un libro, creo que me volcaría en conocer su obra de inmediato, sin espera de turno, y ofrecerle la ayuda que pueda precisar. No sé, a lo mejor hoy no es así y estoy equivocado, cada uno va por su lado, yo a lo mío y tú a lo tuyo.
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