La guerra del 9 y el cabo Noval
En julio de 1907 el “cabecilla rebelde” Yilali Muhammad el-Yusfi el Zerhuni, conocido por los español como “el-Rogui” (el Pretendiente) y por los rifeños como “Bu Homara” (hombre montado en un burro), y que teniendo su residencia y puesto de mando en la alcazaba de Zeluán dominaba todas las cabilas del Rif oriental (Comandancia General de Melilla), no reconociendo la autoridad del sultán reinante Mulay Abd el-Aziz, concedi · a las Empresas mineras “Compañía Española de Minas del Rif” y “Compañía Minera del Norte Africano” un arriendo durante 99 años sobre las minas de hierro y plomo que florecían en las montañas de la cabila de Beni bu lfrur ( a unos 35/40 kilómetros hacia el sudoeste de la plaza española de Melilla), así como la autorización para la construcción de un ferrocarril que partiendo de dichas explotaciones mineras alcanzase el puerto de la ciudad de Melilla.
Las obras para la construcción de las instalaciones mineras e incluso la preparación de la traza por donde habría de discurrir los ferrocarriles comenzaron en la primavera de 1908. Desde un primer momento los vecinos de las cabilas afectadas y muy próximas a la plaza española amenazaban con impedir por la fuerza la marcha de las obras porque dañaban sus tierras y algunos jefes de poblados hacían proclamas, especialmente en los zocos (”suq al-Arba’a, zoco del jueves, en la cabila de Beni Sidel principalmente), sobre la penetración de los cristianos en sus tierras islámicas y el proyecto de las Empresas europeas de expoliar las riquezas del país en s beneficio. Entre finales de septiembre y primeros de octubre de 1908 un grupo exaltados asaltó el poblado minero de Uixan (Compañía Española de Minas del Rif) obligando a los españoles a huir despavoridamente y a refugiarse en la alcazaba de Zeluán a la vez que los asaltantes hicieron cuantiosos destrozos e incluso levantaron parte de los raíles ya colocadas en la traza ferroviaria. La respuesta del “Roghi” contra las cabilas rebeldes fue contundente acabando con la revuelta. A primeros de junio de 1909 se reanudaron los trabajos en las explotaciones mineras y los trabajos en la construcción de las vías férreas.
Después de la trágica muerte del “Roghi” a manos de los “mehal-las” (soldados indígenas que integraban el ejército del “Maghzen, Gobierno marroquí, eran tiempos del sultán Mulay Hafid (quien había derrocado a su hermano en un golpe de Estado), continuaron las predicaciones de una “guerra santa” contra las Empresas mineras en todas las cabillas próximas a la plaza de Melilla dirigidas por el Jerife (descendiente de Mahona) Muham-mad Amizzián caíd de la cabila de Beni bu lfrur, más conocido por los españoles como “el Mizzián”, a quien apoyaban el Hadj Mohand Biqqish de Gueznaya, Muhammad Amar ben Chadly de Mazuza, el Hadj Amar M’Talzi de M’Talza y conocido como “el Kelluchi”, entre otros. El hostigamiento y los ataques a los obreros que trabajaban en la construcción del ferrocarril eran continuos. A primeras horas de la mañana del 9 de julio de 1909 cuando los obreros se incorporaron a la traza del ferrocarril para el inicio de los trabajos, exactamente la construcción de un puente sobre un arroyuelo en Sidi Musa, el capataz español Gregorio Otero pudo comprobar que los indígenas se resistían a coger las herramientas e iniciar los trabajos. Después de mucho insistir al fin emprendieron las labores encom3endadas. Ya pasadas las 8h de la mañana un grupo formado por unos cientos de “rifeños rebeldes” se acercaron al lugar y de forma traicionera dispararon sus armas contra los trabajadores matando a cuatro de ellos e hiriendo a uno (otros autores dicen que fueron seis los muertos, pero la prensa local informó de cuatro). Los demás pudieron coger un tren de la “Compañía Minera Norte Africana” que pasaba por el lugar y alcanzar el Hipódromo de Melilla.
El teniente coronel Enrique Baños quien el frente dos compañías del “Regimiento de Infantería África núm. 8” protegía a los obreros de la línea férrea en todo su recorrido fue el primero en recibir la noticia del trágico suceso y a la vez que informó de ello al general José Marina y Vega,, que era el Gobernador Militar de Melilla, se dirigió con sus hombres al lugar de los hechos. El general Marina preparó una columna con 6.000 soldados y salió en tren hacia el punto de la agresión y otro tanto hizo el general Pedro del Real, que era el 22 Jefe de la Comandancia General, quien salió con otra columna hacia el sitio. Después de mantener duros enfrentamientos con “los rifeños rebeldes”, que incluso se llegó a la bayoneta calada, todas las lomas próximas al lugar del incidente quedaron en poder de las tropas españolas quedando como posición más avanzada la colina de Sidi Ahmed el Hadj... Y así se inició “la Guerra de 1909” conocida como “La Guerra del 9”.
En el curso de la contienda el general José l’ylarina, Gobernador de Melilla, siempre estuvo en la disposición de tomar el monte Gurugú, como fortaleza natural que era y resguardo de la plaza de Melilla. Con este propósito a mediados de agosto (1909) desembarcó en el puerto de Melilla entre otras la “División Sotomayor’’, que al mando del general Fernando Álvarez de Sotomayor la integraban dos Brigadas de Infantería y cada una con dos Regimientos formados por dos Batallones cada uno (dos del “Regimiento del Príncipe núm. 3 con base en Oviedo”, dos del “Regimiento de Burgos núm. 36”, dos del “Regimiento de Cuenca núm. 27 y dos del “Regimiento de Guipúzcoa núm. 53”); dos Escuadrones del “Regimiento de Cazadores de Alfonso XII”, dos compañías de Ingenieros, una sección de Sanidad, entre otros.
Con el propósito de ocupar toda la península de “Tres Forcas” y aislar por el norte al monte Gurugú, el 20 de septiembre (1909) salieron dos columnas de Rostrogordo en un avance coordinado. La cabila de Beni Sicar contaba con 5.000 “muyáhidin” (guerreros rifeños) al mando de su caíd Abd el Kader Hadj Tieb, quien oponía una feroz resistencia a la penetración de las tropas españolas en su territorio. (Meses después prestó su reconocimiento y amistad a España y fue quien en 1921 evitó que por el norte “los cabileños” de Muhammad ibn Abd el Krim entrasen en la plaza de Melilla). En el curso de los encuentros entre ambos bandos hubo un momento en que el Batallón de Tarifa quedó rodeado de enemigos y a punto de ser eliminado. Con toda rapidez el general Antonio Tovar ordenó al teniente coronel José Cavalcanti que intentara romper el cerco impuesto a ese Batallón. Con sesenta y cinco jinetes del “Regimiento de Cazadores de Alfonso XII” el teniente coronel se lanzó al ataque contra un numeroso enemigo haciendo retroceder a “los rifeños rebeldes”, para luego dirigirse con su Escuadró hacia un cañaveral cercano y unan vez reorganizado con los cuarenta jinetes que le quedaban se lanzó de nuevo contra el enemigo consiguiendo abrir una brecha por donde el Batallón de Tarifa se pudo replegar y reorganizarse. (El teniente coronel Cavalcanti, que fue gravemente herido, recibió “La Cruz Laureada de San Fernando” y el Escuadrón el “Corbatín de Honor”). El 22 de septiembre la “División Sotomayor” tomó la posición del Zoco el Hadj de Beni Sicar donde quedó acantonada.
Esa posición del Zoco el Hadj, batida continuamente por el enemigo que quería reconquistarla a toca costa, estaba a falta de rematar su fortificación y ello obligó al Mando a que por su flanco derecho se levantase un par de atrincheramientos que lo cubrirían unas compañías del “Regimiento del Príncipe”, levantando unas alambradas en los espacios que quedaban entre uno y otro atrincheramiento. En la madrugada del día 28 de septiembre (1909) el cabo Luis Naval Ferrao, nacido en Oviedo y que pertenecía a la 3.ª compañía del 2.º Batallón del “Regimiento del Príncipe”, en su recorrido de patrulla alcanzaba el último puesto de centinela que lo ocupaban los soldados Manuel Fandiño y Manuel Patiño y en ese instante se producía una descarga cerrada del enemigo que obligó a los militares españoles a refugiarse y a tomar la decisión de retroceder hacia el segundo atrincheramiento que lo defendía la 4! compañía. Envueltos en la oscuridad los integrantes de esa compañía abrieron fuego sobre unos bultos que se movían por el frente obligando soldado Patiño a gritarles que no disparasen que eran españoles y al darse cuenta que detrás de ellos avanzaba “un grupo de rifeños” el soldado se tiró al suelo y arrastras traspasó las alambradas refugiándose en la posición. Entre tanto el cabo continuó bordeando la defensa de alambre de espinos cuando vio aparecer un segundo grupo que se acercaba veloz hacia donde él se encontraba gritando que eran españoles y fue cuando el bravo militar español en un acto de heroísmo volvió fusil contra “los rifeños” y empezó a disparar a la vez que gritaba con fuerza a los defensores de la posición “Compañeros disparad que son moros”. Una descarga cerrada abatió al bravo soldado español y a sus perseguidores más próximos. Al acabar la lucha y retirarse el enemigo una patrulla salió a recoger su cadáver y encontró su cuerpo tendido boca abajo y con el fusil fuertemente cogido entre sus manos con la bayoneta calada...
La guerra termino en los últimos días del mes de diciembre (1909) con la sumisión de todas las cabilas a España. El 19 de febrero de 1910 y por Real Orden le fue concedida al cabo Luis Noval Ferrao “La Cruz de Segunda Clase de la Orden Militar de San Fernando”...
Considero que las actuales generaciones de asturianos deben conocer el heroico y ejemplar comportamiento que en tiempos pasados y en tierras lejanas tuvieron otros asturianos que dejaron para la gran Historia de España la impronta de su heroísmo y de su ejemplar comportamiento como asturianos y españoles para con la patria. iViva Asturias! y iViva España!
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