El Ayuntamiento y el lucro incesante
Imagine por un momento que el domingo 13 de junio un enjambre de abejas, cuyos antepasados estaban relacionados con la familia “Crabronidae” y eran depredadores de insectos, toma por asalto el arbolito situado a dos metros de su portal y pegado a una terraza de su cafetería preferida.
Conocedor de que la abeja doméstica está considerada como ganado semoviente (una figura jurídica que le permite moverse por sí sola con cierto grado de protección), y se hace indispensable la actuación de equipos especializados como los que tiene el servicio de bomberos de Oviedo, usted llama a los servicios de emergencias, cumpliendo con el protocolo de actuación de nuestro Ayuntamiento, procurando en todo momento mantener la calma y no hacer gestos hostiles hacia ellas.
Para cumplir estos requisitos de quietud y calma, la clientela habitual “colabora” desapareciendo de la terraza de la cafetería por la que el hostelero de turno paga 800 euros en impuestos.
El servicio de bomberos de Oviedo, en cumplimiento de sus funciones, acude presto al servicio, cortando el paso por la acera y haciendo perímetro de zona con patrióticas cintas blanquiazules para evitar que nadie, de forma accidental, pueda hacer algún gesto que se interprete como hostil por parte del enjambre.
Los bomberos, equipados como si se tratara de una desinfección del laboratorio de Wuhan o de un ejército de milicianos equipado con drones lanzallamas, procede a la retirada del enjambre.
¡Bravo por nuestro Ayuntamiento! El servicio de emergencias de bomberos ha cumplido su cometido y ha devuelto la paz a vecinos, paseantes y hostelero.
Imagine ahora que ya es lunes 14 de junio y que los habituales clientes de la cafetería abandonan la terraza por la que el propietario paga 800 euros en impuestos, a la vez que denuncian la presencia de los molestos himenópteros (abejas) ocupando nuevamente el mismo arbolito. ¿Qué ha pasado?
Cabreo, zozobra y pérdida económica del sufrido hostelero y consiguiente llamada urgente al servicio de emergencias. Como resulta que los que tienen que venir ya han venido, para que vuelvan a venir el Ayuntamiento exige al hostelero o denunciante el pago de 100 euros. ¿100 euros, dice? ¿El árbol de quién es, dónde está situado, de quién son las abejas? Y si en vez de un enjambre de abejas fuera una colonia de ratas, ¿serían de los vecinos?
Supongamos que se establecen dentro de los hogares, en huecos de chimeneas, ventanas, tejados, etcétera, ¿tendríamos que hacer una derrama para satisfacción del Ayuntamiento?
El colmo sería que fuera un enjambre sin asentamiento, las abejas resultaran ser beligerantes y la tomaran con un paseante polimedicado, que además es alérgico a las picaduras de abejas. ¿Se haría cargo el señor alcalde?
Quizás el señor Canteli, don Alfredo, haya llegado a la misma decepcionante y errónea conclusión que el extinto presidente americano Ronald Reagan: “El contribuyente es una persona que trabaja para el Gobierno, pero sin haber hecho las oposiciones a funcionario”.
Saludos cordiales.
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