Sánchez el Pordiosero
Con todos mis respetos, señor Sánchez, la imagen que se me vino a la cabeza cuando le vi como un perrillo faldero esperando a que le hiciera una caricia el presidente de USA. Más bien parecía que estaba esperando la propina que se da a los pedigüeños de las terrazas, después de haber tocado algún instrumento o hacer un número de circo, para amenizar la estancia en la terraza a tabernarios, familiares y allegados. Solo le faltó acudir a la reunión de Bruselas con un cinturón de cuerda, gorra visera, botijo en una mano y en la otra un tirachinas para hacer ostentación de nuestro potencial bélico. Pero si el encuentro buscado por usted fue lamentable, vergonzosa fue su declaración de prensa tratando de hacer creer que en menos de 50 segundos hablaron hasta del sexo de los ángeles y les sobró tiempo; después de lo visto, es para sentir vergüenza de estar gobernados por gente como usted.
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. (Georg C. Lichtenberg).
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