Historia de un escáner y la falta de humanidad que nos rodea
Desgraciadamente mi mujer tiene una enfermedad oncológica latente desde hace unos años, actualmente la siguen tratando con inmunoterapia. Cada medio año, más o menos, su médico manda que le hagan un escáner para ver la enfermedad en qué situación se encuentra; esto se produce a finales de enero, le cita para nueva consulta el 11 de junio con la idea de que tendrá en su poder los resultados. Llega esa semana y, ante la falta de llamada para realizarlo, mi mujer telefonea a radiología y le dicen que van retrasados, realizando las de abril... Se lo dice a su médico, pero este de todas formas no le anula la cita. El 11 de junio se ven y le vuelve a citar a consulta para el 20 de junio creyendo, ahora sí, que el escáner estará listo. Hoy, 17 de junio, mi mujer estaba en casa atendiendo una llamada y sintió entrar otra, miró y vio que era un número largo, intentó cortar una y coger esta pero no le dio tiempo, se había cortado, unos minutos después, ante la sospecha de que pudiera ser la cita para el escáner, devolvió la llamada, primero comunicaba, posteriormente se lo cogió una señora.
–He recibido una llamada de ustedes.
–Sí, pero su cita ya se la hemos dado a otra persona. ¡En dos minutos! Ante la incredulidad de mi mujer le contestan que no van a estar llamando continuamente y que ya la volverán a llamar, sin precisar cuándo.
Esto es impresentable, ¿ustedes saben que están tratando con personas, con lo más importante que uno tiene, que es la salud? ¿Ustedes creen que se puede hacer una llamada y porque uno esté un segundo lejos del teléfono, comunicando por el motivo que sea, en lugar sin cobertura como puede ser un garaje, un supermercado, rezando en una iglesia, manifestándose a favor de ustedes (esto último es broma), duchándose, escriban aquí una de las cientos de razones que pueden concurrir para no atender el teléfono. Encima de no tener ni idea de, en un periodo de meses, cuándo te van llamar, es el paciente que tiene que llevar soldado a la oreja el teléfono y rechazar todas las llamadas por importantes que sean hasta que sus señorías tengan a bien ponerse en contacto. Pero ¿ustedes saben el puesto que ocupan y la responsabilidad que tienen? Esto no es una llamada para una cita de la peluquería que si no la cogí tengo que pedir otra, o una cita para el podólogo porque viene el verano y quiero tener los pies inmaculados, o para las entradas de un espectáculo. Hay que volver a llamar, por supuesto, hay que repetir la llamada varias veces en un día. Lo que ustedes me responderán me lo sé de sobra: No sabe la cantidad de citas que no se atienden, los problemas que hay por esto o por lo otro. ¿Pero alguien puede explicar que millones de personas se hayan ido a la sanidad privada para, principalmente, anticipar consultas y pruebas médicas y sigamos igual o peor con las listas de espera? Y esto no es por el covid, viene de lejos. ¿Les parece normal que mi mujer, ayer, un día antes de esto, llame treinta veces en una mañana al ambulatorio del Parque-Somió, le desvíen y por fin una vez le atienden le digan que no puedan solucionarle una receta, señoras/es, una receta de una persona mayor que se la han confundido después de haber estado ingresada y que hasta el día 25 su doctora no la va a llamar, nueve días para una llamada. Hasta que no nos pasa no saltamos y tragamos y tragamos con todo y de eso se valen.
Yo no vengo con este escrito a solucionar lo que no puedo arreglar, yo solo quiero que ustedes y quienes den las órdenes sean simplemente lógicos y humanos. Esto ha degenerado tanto que ustedes no saben o no quieren saber el significado de empleado público, en lugar de atender el empleado público al pueblo es el pueblo el que tiene que andar un día sí y otro también ante una clase trabajadora cada vez más elitista y alejada de la realidad, cada día más distanciada del resto de clases sociales que tienen que trabajar duramente día a día para conseguir el pan que llevarse a la mesa, pan que ustedes tienen asegurado de por vida hagan lo que hagan.
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