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Mi madre Clairelise, primera esposa de Emilio Alarcos

20 de Junio del 2021 - Diego Alarcos Grin (Fuensaldaña (Valladolid))

En la última página de LNE del día 10 de marzo de 2021, David Orihuela publica un artículo titulado "La frase que Cela nunca dijo de la Santina" en el que, aparte de desvincular del escritor gallego la conocida frase, adjudicándosela a mi madre, aprovecha para ridiculizarla describiéndola de forma denigrante y descarnada en el siguiente párrafo:

"Camilo José Cela dijo muchas burradas, pero nunca aquello de "¿Que la Virgen de Covadonga es pequeñina y galana? Pues que se joda". La frase fue pronunciada por la primera esposa del profesor Emilio Alarcos, una mujer suiza afincada en Oviedo y con tendencia a ese tipo de afirmaciones categóricas y jocosas".

El articulista puede expresar su opinión acerca de lo que le parezca oportuno, pero no tiene ningún derecho a emitir un juicio tan injusto sobre una persona que evidentemente no conoció en su plenitud, sino como mucho en la desvalida criatura de la época final en que las circunstancias del momento la dejaron convertida.

Dada la edad del articulista, entiendo que, durante sus estudios en la Universidad de Oviedo, a principios de los noventa, solo existía la figura de mi padre, Emilio, retocada por las biografías que flotaban por la sociedad ovetense. De hecho, sus biografías impresas, creo recordar escritas después de su fallecimiento, aparecen sometidas a una ablación sistemática en lo referente a ciertos aspectos de la vida del maestro. Y así han quedado en el olvido asuntos fundamentales de la época más innovadora de la obra de mi padre, que, dicho sea de paso, coincide con los veinte años en que convivió con su esposa Clairelise Grin.

A partir de los años 70, por causas que en este momento no resulta pertinente mencionar y que, por otra parte, todo Oviedo conoce perfectamente, su estado anímico fue decayendo de forma cada vez más aguda; y, de la gran señora que recuerdan los que la vivieron por los 50 y 60, solo quedó una sombra irreconocible. Esta etapa final de Clairelise es lo único que recoge, y, además solo parcialmente, la apreciación señalada en negrita más arriba; por consiguiente, constituye una gravísima generalización injuriosa a todo el periodo vivido por Clairelise en Oviedo. Cuestión esta que quiero remarcar sobremanera en este acto que califico de reparación de la memoria de mi madre, Clairelise.

Yo, como hijo de aquella feliz pareja, puedo destacar que los diecisiete años que estuve bajo su tutela recibí una admirable educación, en su sentido más amplio, de la que nunca le estaré lo suficientemente agradecido.

Insisto: con estas palabras pretendo revindicar la figura de mi madre acercándola un poco al lugar que se merece. En posteriores escritos, en su caso, podremos aportar más detalles históricos y mejorar lo presente.

Agradezco muchísimo a mis amigos José Antonio Álvarez García y Luis Fernando Sancho Méndez por advertirme de la publicación de David Orihuela. Y también deseo trasladarle mi gratitud a este último, aunque sea de modo un tanto indirecto, por brindarme esta primera oportunidad de ir desagraviando a mi querida madre Clairelise.

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