Selección y seleccionador
En los últimos días, las tertulias futboleras echan humo, y aunque aún el incendio no llegó al colapso, este puede producirse el próximo miércoles si no se gana a Eslovaquia, aunque sea de penalti y en el descuento.
La mayor parte de las críticas ponen en el punto de mira al seleccionador, aunque hay quien le lanza algún salvavidas argumentando que "no hay más mimbres para acabar el cesto".
Hasta la fecha, el ridículo de este seleccionado es insospechado. Nuestros rivales son, objetivamente, de segundo o tercer nivel; es decir, no compiten por ganar el torneo, lo hacen para, en el mejor de los casos, llegar a octavos de final. Nosotros, hasta ahora, pertenecíamos a la élite europea (somos la selección que más títulos europeos ha conquistado, junto con Alemania), y de eso se trata, de competir por el título con Alemania, Francia, Italia...
El principal escollo lo hemos construido nosotros mismos, comenzando por los jugadores seleccionados. Recordaremos que se puede ser un gran entrenador de club y un mediocre seleccionador, y este parece ser el caso. La mayor parte de los "expertos" opinan que no ha elegido a los mejores jugadores del país, y sí que se echan de menos jugadores con jerarquía en sus equipos y otros de indudable clase y talento, pero Luis Enrique optó por juventud, trabajo, disciplina y obediencia al líder, que, como es público, él mismo se erigió en el sumo pontífice de este grupo. Aquí no podemos decir que en el pecado lleva la penitencia, porque esta la estamos pagando todos y no se trata de dos "padrenuestros" y tres "avemarías".
Esperemos que las aguas vayan regresando a sus cauces, pero para que eso suceda deben cambiarse muchas cosas, comenzando por poner en el campo a los jugadores con mayor experiencia, colocar a cada cual en el puesto que más rinda, disponer de tácticas alternativas a la única utilizada hasta la fecha y no seguir con el "defendella y no enmendalla", que hasta ahora parece que es el "monolema del líder".
De no cambiar mucho las cosas, aunque todos confiamos en la clasificación de los nuestros, aunque como primeros sea muy difícil, al menos como segundos. Y ya en la fase del KO se verá lo que se puede hacer cuando nos toque enfrentarnos a las selecciones líderes en las apuestas. Llegados a este punto veremos si tenemos alguna opción de llegar lejos o volveremos a los viejos dichos de pretéritas décadas: "Jugamos como nunca y perdimos como siempre", o una vez eliminados en octavos o cuartos repetir el socorrido: "Menos mal, menos mal que nos queda Portugal".
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