Innovación permanente
Somos un mundo de cambios donde cualquier innovación puede propagarse logrando que el que triunfa se lo quede todo. Esto obliga a que las empresas tengan que a ir a la innovación permanente para ser competitivas. Una innovación permanente que debe ser preferente en los sistemas de producción y no tanto en el producto en sí: aunque todo producto acaba teniendo cambios en su diseño; incluso una empresa considerada como un equipo de personas dispuestas a un logro, puede cambiar de producto, de denominación, y de registro empresarial, pero mantener el mismo equipo esencial de personas. Todo esto nos lleva a considerar que la innovación no se puede imponer a las empresas desde el exterior de ellas, ni desde arriba abajo a los empleados, sino que tiene que surgir de abajo arriba: desde los empleados dirigiendo o convenciendo a la dirección. ¿Cómo se logra? Innovando las capacidades de cada empleado al adquirir nuevas destrezas cognitivas y habilidades desde una formación de postgrado dual en las ocupaciones que desempeñan. Una formación donde los discentes son de tres tipos: empleados de la empresa, nuevas contrataciones desde otras empresas o el desempleo, y de primer empleo. Siendo así que hasta la propia estructura formativa necesita innovarse (aunque aún aquí ni siquiera hayamos establecido el EQF). Cuando en 2006 cayó en mis manos un borrador del Marco Europeo de Cualificaciones (EQF) vi que era perfecto para explicar lo que ya venía tratando de explicar desde hace años. Por eso, cuando en 2008 se hizo oficial, mi satisfacción fue enorme. Pero volví al fracaso: aquí no se hizo nada al respecto, ni se tiene previsto hacer con el nuevo proyecto de ley. Este país pierde y se equivoca constantemente.
La vieja visión de una estructura innovadora a la que hace quince años dio marco el EQF, ahora ya debería innovarse también siguiendo los propios criterios del EQF: crear 24 celdas mediante sus 8 niveles y la progresión de sus 3 descriptores: "conocimientos", "destrezas", y "competencias". Como la universidad aquí solo asume tres niveles, le corresponderían 9 celdas y las otras 15 serían para la formación profesional, pero en esas tres celdas del nivel 5 del EQF, se podría emitir su correspondientes ECTS "European Credit Transfer and Accumulation System".
La innovación que se propone ahora es utilizar totalmente las 24 celdas e identificar dos tipos de formación por cada nivel ligados a los descriptores de "conocimientos" y "destrezas": una formación de grado inicial en relación "conocimientos" (teóricos y fácticos) acreditados como grado, otra formación de postgrado dual en relación a "destrezas" (cognitivas y prácticas) acreditadas como especialidad ocupacional; y la acreditación por la experiencia o maestría en relación al descriptor de "competencias" acreditada como tal experiencia para determinada ocupación de determinado nivel del EQF.
La cosa es muy fácil estructural y conceptualmente. Conformando una estructura en árbol desde la formación de grado inicial por familia profesional (o amplio conjunto general de ocupaciones similares con denominación propia para todos los niveles del EQF) llegando al grado, desde donde se pasaría a la formación de postgrado dual mediante especialidades ocupacionales que generarían las ocupaciones en dicha familia profesional para cada uno de los niveles del EQF siguiendo un itinerario formativo (en un próximo escrito expondré un ejemplo de itinerarios para la familia profesional de: "Mantenimiento Industrial"). Si hacemos lo mismo para todas las familias profesionales, tendríamos todas las ocupaciones existentes en el mercado laboral, con las acreditaciones disponibles.
Por tanto, habría centros formativos (con sus profesores, aulas, y talleres) ligados a la formación de grado inicial. Luego, siguiendo la secuencia, estarían las especialidades ocupacionales de la formación de postgrado dual (con sus instructores ligados a aulas taller específicas). Estas últimas especialidades ocupacionales serían conducentes al establecimiento e innovación de todas las ocupaciones existentes. Las aulas taller de las especialidades ocupacionales serían transportables y estarían en la propia empresa o en aularios o centros fijos cercanos a los polígonos industriales. De esa forma se haría eficaz la formación dual mediante la flexibilidad y el dinamismo, tanto de sus aulas taller como de sus instructores. Esos centros fijos o aularios podrían disponer (según las necesidades de las empresas de su entorno) de cualquier aula taller para las especialidades que configurarían cualquier ocupación. Serían flexibles y dinámicos en todos los sentidos: adquiriendo nuevas destrezas cognitivas y habilidades para ser el motor de la innovación permanente mediante cursos de perfeccionamiento de sus instructores en las fuentes tecnológicas (empresas creadoras de tecnología), convirtiéndose así en los medios de instrucción de las empresas usuarias de dichas tecnologías: lo que facilitaría la innovación y la competitividad de las empresas y su personal. Generando riqueza y prosperidad en la sociedad.
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