El sueño griego
Existe una idea netamente griega: Philotimo. Abarca conceptos de honor individual, orgullo en la familia, orgullo de la comunidad, hacer lo bueno y correcto desprendidamente. ¿Qué decir de la mediterránea Grecia de Platón, Pericles, Alejandro Magno, El Pireo y doña Sofía? Su historia accidentada ocupa más de cuatro milenios de apoteosis y vestigios de esplendor. Esparta, la guerra, prototipo de dictadura. Atenas, donde se desarrolló la democracia. Los griegos son abiertos y habladores, sociables y orgullosos. Y bailan más el “hsapiko” que el “sirtaki”, inmortalizado por Anthony Quinn en “Zorba el griego”. Con un territorio árido de montañas parnasianas -donde moran las musas, los dioses pícaros y pasionales-, los pastores de cabras se han modernizado y actualizado en escenarios turísticos como las islas del Egeo o Corinto, Creta y la armoniosa Acrópolis. El viaje es y será siempre más importante que la meta (Cavafis). Grecia de Praxíteles y Licurgo, bizantina, franca, veneciana y otomana. Un territorio cultural de temprana impronta cristiana. Los Evangelios Sinópticos fueron escritos en griego clásico -lengua de la ecumené o mundo conocido entonces-. Grecia, mundo de olivos y popes ortodoxos, monjes eremíticos de Athos y Meteora. De delicados iconos de la Madre de Dios. Allí se inauguró la isonomía, la igualdad para hablar y participar en la asamblea, la búsqueda de la verdad. Rodríguez Adrados y el asturiano Pedro Olaya son maestros eruditos del helenismo. Una civilización filosófica que alimentó de mitos al psicoanálisis, creó el teatro, la épica homérica, el lenguaje matemático y el ideal del “mesotés” o justo medio. La especulación científica y racional. Lo apolíneo y dionisiaco. Se yerguen aún por doquier remedos y arquetipos de aquella bellísima estética clásica, con su arquitectura de propileos y cariátides; nuestras lenguas occidentales están repletas de etimologías griegas. Lord Byron, precursor del “gran tour” romántico, murió luchando por Grecia.
Una tierra de inmortales máximas délficas, donde se promulgó el Decálogo de Solón y el mundo todo estaba hecho a escala humana. “Conócete a ti mismo” y “Haz el bien”, nos dijeron los helenos. Grecia era también el sur de Italia y casi todo el Asia Menor, un mundo de navegantes, mercaderes, argonautas y pensadores. Una sociedad donde la línea azul del horizonte no tiene fin.
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