¡Qué payasada!
¡Quieto ahí! Ese titular no es sino un envenenado anzuelo que te ha entrado por el ojo, pero, no te equivoques, es el elogio más grande que podría hacérsele a un artista que nació entre payasos, que fue payaso y que ama a los payasos. Es, además, actor, músico, escritor, director, guionista, compositor, cantante, productor, director de cine y… ¡hasta piloto! Es Emilio Aragón. En mi pueblo dirían: “Ye mundial”.
SUMARIO: El talento del artista Emilio Aragón, que ha devuelto la música a la televisión
DESTACADO: Acallada por los gritos de las tertulias, la música había desaparecido de la tele y solo se asomaba en los repugnantes batiburrillos de fin de año
Emilio, o Bebo San Juan, su álter ego musical, le ha devuelto la música a la televisión, le ha dado alas y la ha elevado hasta lo excelso. Acallada por los gritos de las tertulias, la música había desaparecido de la tele y solo se asomaba en los repugnantes batiburrillos de fin de año. Emilio, un enfermo de la música, ha conseguido que un arte sea el vientre que ha parido una obra maestra de la tele. Se llama BSO, Banda Sonora Original, y está en Movistar.
Hay en BSO tantos guiños, tantas referencias, tanto talento que a las almas sensibles se les llenan los ojos de lágrimas. Desde la iluminación hasta la mano sabia del realizador, pasando por el decorado o los guiños a la pintura (Mondrian), en la pantalla se muestran artistas de toda laya, manos mágicas que tañen guitarras; pies como rehiletes de seda atronando el piso; palillos, dedos, mazas, escobillas acariciando el cuero y la madera; danzantes omnipresentes transformando melodías en curvas de carne y hueso.
Este Aragón, de sangre cubana, de infancia puertorriqueña, de madurez española y de amores asturianos, es un artista, un músico tocado por la mano de Euterpe que se hace corpórea en esas flautas cubanas que brillan en su banda. Una banda plagada de virtuosos del viento, de ases de las cuerdas, de campeones de la percusión, que, aún brillando, guardan un espacio para que el coro acune los estribillos del sueño de estar soñando. Sí, porque uno, que ama la música sin odiar la televisión, cree estar soñando sumergido en el verbo, en la luz, en las notas, en el vaivén de los danzantes, en esa atmósfera que solo el buen gusto es capaz de crear para subyugarnos.
Emilio ha rumiado la ausencia de la tele durante quince años. Y la ha digerido. Lo asombroso es que no ha producido una cagada sino una ambrosía, que seguramente no lo hará inmortal, según la etimología del término, pero sí recordado como uno de los creadores televisivos con más talento y creatividad de esta televisión nuestra tan lastimosamente de cloaca.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo