Es triste que tenga que imponerse legalmente el cariño
Y el derecho a no sufrir.
Estas dos frases, pronunciadas por el presidente del PP, Pablo Casado, y por el presidente del Foro Español de la Familia, Ignacio García Juliá, reflejan el grado de atención que merecen las personas mayores en España, una población cada vez más envejecida que requeriría especiales cuidados y que, sin embargo, no solo carecen de ellos sino que más bien se les considera un estorbo social.
Los más de 60.000 personas mayores que pierden la vida cada año sin recibir la atención necesaria son un problema social que hay que solucionar mediante una ley que obligue a los hijos a ocuparse de ellos, de la misma manera que la ley obliga a los padres a ocuparse de sus hijos.
Efectivamente, es muy triste tener que imponer por ley el cariño debido a los padres, pero no se puede consentir el abandono a que se van abocados muchos de ellos, lo que significa, de hecho, la muerte en soledad, una circunstancia que de ninguna manera debe consentir una sociedad como la nuestra.
El coronavirus se ha llevado por delante la vida de 125.000 personas, la mayoría mayores desasistidos, por lo que parece más que razonable que se proponga una modificación del Código Civil que obligue a la familia al cuidado de sus mayores, como ya ocurre en la mayoría de los países de nuestro entorno.
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