Las mascarillas y la distancia de seguridad
Estoy encantado con la normativa del Gobierno que nos va a permitir salir a la calle sin mascarilla, manteniendo la distancia de seguridad de 1,5 metros, pero teniéndola a mano para poder usarla cuando te acerques a alguien o cuando ese alguien se te venga encima y no puedas evitarlo.
Se me ocurren varias ideas para poder pasear sin tener que estar pendiente de los demás y poder ir a tu bola, sin la preocupación que supone el acercamiento inevitable o involuntario, y la imposibilidad de saber si estamos rebasando la distancia mínima recomendada.
La primera de ella es tan simple como llevar la mascarilla puesta. Sé que no estoy diciendo nada nuevo pero conviene tenerlo en cuenta como una opción, la más segura, sin duda.
La segunda es llevar la mascarilla puesta pero bajada, de tal modo que, al menor atisbo de proximidad, un simple movimiento de la mano, la izquierda o la derecha, a su elección, vuelves a situarla en posición de protección, algo simple pero muy efectivo. Sé que no estoy descubriendo la pólvora pero conviene recordarlo
Y aunque es una obviedad hay otra opción que es no salir de casa y tener la puerta cerrada, con el pestillo echado, para que podamos saber quién viene y, en función de que sea conviviente o no, abrir o no abriría y hacer o no uso de ella.
De verdad, amigos, si no nos tomamos en serio la nueva normativa no acabaremos nunca de cerrar esta etapa.
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