Las tres rosas blancas y el perdón
Padre, ¡perdónalos porque no saben lo que hacen! En esas palabras reconocemos a Jesús, que nos salvó con su perdón y muerte en la cruz, por Amor.
En el 36, durante la guerra española entre hermanos, se produjo un triste hecho en nuestra tierra, en Somiedo: tres enfermeras voluntarias de Cruz Roja subieron de Astorga a un hospitalillo de campaña cerca de Somiedo donde se restablecían de sus heridas soldados del ejército rebelado positivamente contra el social-comunismo que se había establecido en la República española, y que nos hubiera llevado muy probablemente a ser el primer país comunista de Europa.
Es, pues, un ejemplo de perdón y amor a toda España el de las tres enfermeras laicas apresadas por el ejército republicano: Pilar, Olga y Octavia, vejadas, probablemente violadas, y al final asesinadas por milicianas en Somiedo.
Ese perdón y ese amor borran el mal de la guerra, sin mencionar ningún bando español. Todo lo contrario a la pretensión del expresidente Zapatero, que quiere recrear los odios de la guerra habiendo aprobado una ley detestable: la de la "memoria histórica", que injustamente respetó el incoherente presidente Rajoy.
Que el amor y el perdón de esas, sí, auténticas rosas asesinadas por su fe y por curar heridos, canonizadas recientemente en Roma, nos haga olvidar lo que sucedió en aquella detestable guerra y que los que hoy quieren reavivar el odio en vez del perdón rectifiquen su tremendo y dañino error y horror.
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