Reflejos condicionados
Cuántas veces lo habrá que repetir: "La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero". Pues bien, la verdad de los indultos la dijo al día siguiente, en el Congreso, el porquero (o sea, Rufián): "Le agradezco la valentía ante la jauría" (o sea, la oposición). "Pero la pregunta es: ¿se trata de valentía o de necesidad?". Pregunta meramente retórica, pues tanto Agamenón (o sea, Sánchez) como el Rufián saben que los indultos pagan los trece votos que aporta la piara que el porquero pastoree en el Parlamento.
Entre los de la "jauría" aún habrá algún despistado que siga creyendo que en este "nuevo tiempo" virgiliano en el que "el tigre pastará con los corderos", la Carta Magna sigue siendo la Constitución. La nueva Carta Magna, inaugural de la era nueva, es la que Junqueras, bajo inspiración, escribió a los efesios de La Sexta. Esa carta fundacional permitió al ministro de Justicia, notario mayor del Reino, levantar acta de que el Presidente ya se había metido los indultos por donde le cupieron (recomendación imperativa de Junqueras). Necesidad manda y obliga.
Una imagen vale más que mil palabras. Para entender la nueva situación, basta ver en pantalla a Adriana Lastra: cuando Pedro Paulov hace sonar la campanilla, Adriana aplaude. Y aunque no suene la campanilla, las adrianas y los adrianos ya aplauden por default.
Posdata: "Jauría", piara (uno trae lo otro).
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