El cambalache nacional
La necesidad imperiosa de Pedro Sánchez por ajustarse a que "los fondos asignados a la ejecución del plan se incardinen en los Presupuestos Generales del Estado", como exigen desde Bruselas, dependerá, más que nunca, de los votos pedigüeños de ERC y PNV.
Desde esta perspectiva y sin que el Presidente ni siquiera tenga margen para marcar líneas rojas, como ha dicho, "respetando el orden establecido y la Constitución", resulta mucho más fácil ver y comprender el asfixiante chantaje nacionalista, empezando por los indultos de unos y otros.
Sabido es que desde los tiempos de Poncio Pilatos era costumbre que durante la Pascua se pusiera en libertad a un condenado, tal y como narra la Biblia. Esa tradición se ha mantenido hasta nuestros días y cada año, en Semana Santa, el Gobierno de España concede el indulto a varios prisioneros.
En esa línea incuestionablemente cristiana de "concordia" y "convivencia" que pregona nuestro Presidente y avala y bendice la Conferencia Episcopal, creo, como idea relevante exenta de copyrigth, que se podría haber evitado tanto cargo de conciencia y frustración social "mojando" simplemente a unas cuantas cofradías para que en la próxima Semana Santa se repartieran los indultos a estos facinerosos del procés: ¿Jesús o Barrabás? ¡Barrabás, Barrabás, Barrabás!
Y ya puestos, entre tanta "concordia" y paz, nada mejor que nombrar ministro a un "hombre de paz", ¿qué tal Otegui, Sr. Ortuza?
Hecho lo cual, aquí más paz y después gloria.
El rodillo socialista optó en esta encrucijada por el deshonor, poniendo de actualidad aquella famosa frase de Churchill que nuestro presidente no tuvo tiempo de leer: "Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra".
Pero no nos engañemos, la guerra, de haberla, se quedaría en una batallita de salón, planteada en la vía judicial tanto por Vox, como Ciudadanos o PP solicitando al Supremo la suspensión cautelar de los indultos y, de salir esta adelante (más cerca de la utopía que de la hipótesis), una querella penal contra los integrantes del Consejo de Ministros.
Nada que hacer y nada que esperar. La suerte está echada y a Sánchez, en un año anti-Sánchez, donde ha tenido que sufrir la ópera bufa de los casos "Delcy" y "Plus Ultra" (siempre Ábalos), la humillación de Murcia, la deserción de Iglesias, la debacle de Madrid, la inútil victoria de Illa en Cataluña, la horripilante gestión de la pandemia y el disparatado conflicto con Marruecos, no lo van a tumbar porque haya puesto en la calle a los nueve magníficos, "arrepentidísimos ", cansinos y eufóricos gañanes, que prometen, más pronto que tarde, grandes días de gloria al resto de sufridos y pacientes conciudadanos.
La conclusión es que gracias a los patrióticos y desinteresados gobernantes que nos desgobiernan, probablemente nuestra histórica nación pase a ser toda ella Cataluña (parafraseando a Guardiola), con "un sitio, un pequeño país llamado España, que está ahí arriba, que pinta muy poco".
Saludos cordiales.
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