Los Indultos y la Teología del Perdón
Escuchar y leer las motivaciones que el Sr. Sánchez esgrime para justificar el indulto colectivo, tácticamente individualizado, me ha llevado a desempolvar varios tratados de la Teología del Perdón y a releerlos detenidamente.
Partiendo del dato objetivo de que el Sr. Sánchez no practica la fe católica, no debo ignorar que, siendo español y de edad madura, ocasiones habrá tenido para acercarse a ella y conocer su doctrina. Por tanto, no le aplico la eximente de desconocimiento en la cuestión objeto de análisis.
Nos sorprende ahora el Sr. Sánchez desempeñando el rol de exégeta del perdón, cual converso príncipe laico de la misericordia. Lo hace con tan poco arte como escasa ciencia, dada su acreditada incapacidad para desarrollar constructos intelectuales que fundamenten su empecinamiento en dividir a la sociedad española. Su tránsito político se limita al viaje del “no es no” al maniqueísmo basado en la taxonomía binaria del ciudadano español, que no puede ser, a la luz de su sesgado prisma, más que fascista o progresista.
El Perdón es facultad divina que en nuestra limitada condición humana nos cuesta practicar. No es misión de la Justicia practicar el perdón, sino juzgar hechos probados a la luz de la Ley. No hay tiempos para la Justicia y tiempos para el Perdón, sino un continuo e indisociable proceso evolutivo del reo que enfrentado a las consecuencias de sus actos puede conducirle a solicitar el Perdón, asentado este en un reflexivo acto individual de propósito de la enmienda. En el caso de los condenados por el Tribunal Supremo, no se constata voluntad alguna de conducir su actividad política y social con respeto a la Constitución, persistiendo su “animus belligerandi”.
Si el Perdón que implica el indulto fuera el acto primigenio de la creación de un nuevo orden constitucional en España, el Gobierno requeriría para ello el respaldo rotundo de la ciudadanía, lo cual no se ha producido. Tamaña iniciativa, como señala la Teología del Perdón, solo puede ser ejercida por el legítimo poder con el decidido y expreso apoyo de los ciudadanos.
En consecuencia, el ejercicio del indulto por el Gobierno de España a quienes antepusieron sus ideas políticas al cumplimiento de la Ley en Cataluña, solo puede entenderse como un acto arbitrario e interesado, que confío sea sometido al escrutinio del Tribunal competente y al mejor criterio de la ciudadanía española.
Son tiempos recios y España nos necesita a todos en este difícil momento en el que tanto nos jugamos.
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