Los toros y la política
En el Parlamento catalán se ha aprobado una ley contra el sufrimiento de los toros en el ruedo, no contra el sufrimiento de los animales. Quede claro que no es mi intención entrar en valoraciones personales, ya que abogo siempre por la libertad de expresión y por el buen uso del sentido común.
El debate se ha restringido a terminar con el sufrimiento de una casta brava que lucha cara a cara con profesionales que se juegan la vida, es decir, a terminar con las corridas de toros, sin tener en cuenta, además, la mucha gente que con ello quedará despojada de su trabajo (aunque muchas voces intenten minorizar este asunto). Sin embargo, y por no abandonar estos hermosos animales, ¿qué sucede con los toros o vaquillas protagonistas de los innumerables festejos de nuestra querida piel de toro, en los que se les somete a vejaciones y sufrimientos varios, como los que tienen lugar en fiestas varias como las de los toros embolados, los toros al agua, los toros enmaromados, lanceados, etcétera? ¿Se terminará también con las capeas?
¿Acaso las personas que gritan asesinos a los toreros y que se muestran tan preocupadas por el sufrimiento del toro en las plazas son vegetarianas?
A todas ellas les rogaría que visitaran las granjas y mataderos en donde viven y sacrifican los distintos animales con los que sacian su apetito, sea de ganado vacuno, ovino, porcino o de especies avícolas. O los barcos dedicados a la captura del pescado. Todos estos animales sufren cuando viven hacinados, se les priva de libertad y se les mata a veces con largos momentos de agonía.
Lo que de verdad me preocupa es que detrás de tanto debate, confusión y demagogia puedan esconderse amplios intereses electoralistas.
O, peor aún, que lo que se haya votado en el Parlamento catalán no fuera pensando en el sufrimiento de los toros, sino en terminar con una fiesta nacional que no era la de ellos, como así pude leer y escuchar a determinados catalanes, fueran políticos o no.
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